Solo me gustaría mencionar la incompatibilidad de tratar de comenzar a leer una novela y jugar con Emilio en la plaza un domingo por la tarde. Camina ida y vuelta al arenero, donde lo espera su padre (yo) que ya se dio por vencido con su libro, y hablamos un poco, pateamos la pelota y miramos el mar. Después, ese café delicioso que sirven en el Cafe del parque, justo al frente del Museo de Historia Natural, el único museo del mundo que tiene una colección de fetos de elefantes.