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29.4.08

Ogaden, marzo del 2008 (IV)


Desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, los diferentes Emperadores de Etiopía trataron de conquistar los territorios comprendidos al sur y al este de lo que constituían el típico enclave etíope en las montañas. Luego de la invasión italiana y de los numerosos choques entre italianos e ingleses en el cuerno de África fueron los ingleses los que finalmente cedieron el territorio del Ogaden a los etíopes en la década del 40 sin el acuerdo o el consentimiento de los habitantes somalíes de la región y desde ese entonces a los diferentes regímenes etíopes la comunidad internacional los acuso de reprimir y perseguir a los somalíes que habitan en el Ogaden. Puesto que Ogaden esta habitado por nómadas somalíes, Somalia reclama esta región como parte integrante de su territorio. Este tensión constante fue causa de una gran guerra entre Etiopía y Somalia en la década del 70 con un nuevo choque en la década de los 80. Esta guerra fue una notable representación de las alianzas durante la guerra fría, la Unión Soviética junto con Cuba comenzaron apoyando a ambos países y con el transcurso de la guerra decidieron apoyar solamente a Etiopía, que previamente era apoyado por los Estados Unidos, esto fue determinante para que Estados Unidos cambie su apoyo hacia Somalia. La guerra terminó cuando las fuerzas somalíes se retiraron del Ogaden y declararon una frágil tregua. Luego de la retirada del ejercito somalí varios grupos insurgentes nacieron durante la década de los 80 de los cuales uno de los más importantes es el ONLF, Ogaden Nacional Liberation Front, cuyos principales objetivos fueron cambiando con el paso del tiempo y representaron desde la idea de la independencia para luego formar parte de la ” Gran Somalia” hasta solo tratar de lograr una mayor autonomía de Etiopía.



En abril del 2007, en lo que significo su primer ataque en gran escala, el ONLF atacó una refinería de petróleo china en el Ogaden matando más de 70 personas entre chinos y etíopes y trato de dejar en claro que no iban a permitir la explotación de recursos naturales por compañías extranjeras en la región. Este acto motivo una gran campaña ofensiva del ejercito etíope en gran parte de la región del Ogaden lo que trajo aparejado numerosas denuncias por violación a los derechos humanos por parte del gobierno etíope hechas por distintas ONG y fue la misma ONU quien calificó como una gran “crisis humanitaria” lo que se estaba viviendo en el Ogaden en ese momento.



Es en este contexto que la ONG para la cual trabajaba decide la apertura de un proyecto en el Ogaden. Este proyecto estaba constituido por dos grandes componentes, por un lado brindábamos apoyo al Hospital Regional de Daxghaabur a través de un extenso programa de nutrición, en el cual al momento de marcharnos estaban enrolados en el mismo más de 500 niños, apoyo a las consultas externas y a las salas de internación y el otro gran componente del programa consistía en un equipo móvil el cual tres o cuatro veces por semana recorría diferentes poblados en las afueras de Daxghaabur brindando atención médica a niños y mujeres. Fue durante la realización de estas clínicas móviles en la periferia del poblado a través de caminos que no eran caminos cuando tuvimos oportunidad de cruzarnos varias veces con pequeñas unidades del ONLF. Con el paso del tiempo y los encuentros todo se iba desarrollando con cierto automatismo, deteníamos el coche a la señal de alto, nos quedábamos quietos en el coche a medida que se aproximaban, conteniendo la respiración y las palabras mientras esperábamos las preguntas de rigor. Estos pequeños grupos generalmente estaban compuestos por adolescentes famélicos con los cabellos enmarañados en dreadlocks. Adolescentes de mirada perdida y sonrisa burlona armados con kalashnikov y algunas viejas granadas que lejos del discurso político con el que nos recibían todos los que estábamos en ese coche sabíamos que las palabras estaban de más y que el valor de las mismas era anecdótico, la suerte estaba echada desde hacía mucho tiempo, ese tiempo en el que habíamos decidido atravesar cierto umbral invisible en ese desierto en el cual ya no importaba la ONG para la cual trabajes, el pasaporte que tengas o tu color de piel, siempre estuvimos condenados a vivir o morir según las desiciones tomadas por ese grupo de muchachos. En esos momentos todo parecía un camino desierto con final abierto.

Fotos y video New york Times

21.4.08

Ogaden, marzo del 2008 (III)

Photos by Candela
Sale el sol, las primeras luces anunciaban un nuevo día al mismo tiempo que indicaban el momento de la oración matutina para los musulmanes. Desayunamos té y como el almanaque indicaba viernes decidimos ponernos en marcha hacia el mercado mas importante de Dagaahaxbur. Es difícil ver confusiones tan grandes como las que hay en los mercado africanos: gente gritando por todos lados, rebaños de cabras guiados por muchachos envueltos en nubes de polvo, los coches que se entremezclan entre la muchedumbre y los carros de los porteadores. La música aturde desde las tiendas de discos y se confunde con los gritos penetrantes de las mujeres vendiendo su mercadería. Por todos lados nos seguían muchachitos con ojos hambrientos y miradas pícaras. En los bordes del mercado se podían ver algunas mujeres machacando semillas rodeadas de montones de basura. En los bares se podían ver hombres tomando té y mascando Chat, como esperando algo que nunca va a llegar, se acomodan en el mejor lugar, se tumban y pasan horas observando los movimientos del mercado. ¿ Qué pasará por sus cabezas? ¿Sueños, planes o es solo una forma de pasar el tiempo?. Hay tanto que ver, tanto que escuchar que es difícil seguir un camino determinado, voces, sonidos y olores se suceden con un ritmo frenético. A cada momento nos encontrábamos rodeadas de muchachos que balbuceando algunas palabras en inglés queriendo saber nuestros nombres, de donde veníamos. Luego de un rato desaparecimos a través del laberinto de puestos de venta y de los aleros de los kioscos.

La gente en el Ogaden son en su mayoría somalíes. Los somalíes son un pueblo muy particular ya que comparten lengua, historia y cultura y tal vez lo mas importante de todo es que comparten la misma religión, el Islam y que también todos (o casi todos) odian a los etíopes quizás también es por eso que tampoco nadie entiende como un país tan homogéneo se encuentra en caída libre y día a día se precipita hacia niveles de violencia armada, anarquía y crisis humanitarias impensadas hasta hace un tiempo. En el Ogaden predominan los somalíes nómadas, propietarios de rebaños de cabras, ovejas y camellos. Los somalíes se dividen en varios grandes clanes y estos a su vez en clanes menores y esto últimos en grupos emparentados entre sí dentro de los cuales se pueden contar por centenares. Las relaciones familiares, las alianzas, las peleas y los conflictos entre clanes conforman la historia y la raíz de todos los problemas en la sociedad somalí.

Quizás los somalíes tienen una única filiación: su familia, el grupo de parientes y el clan. El resto poco importa; todo esto marcará la relación entre dos desconocidos, una actitud amistosa o hostil solo dependerá de cómo se encuentren las relaciones entre los respectivos clanes. El individuo no existe, existe el clan.

15.4.08

Ogaden, marzo del 2008 ( II )

Media tarde. Daxghaabur esta al frente. Mi miopía solo me permitía ver un conjunto de construcciones rudimentarias, la gran mayoría de las casas solo consistía en unos palos de madera arqueados cubiertos de plásticos y telas. Los camellos se sacudían en las calles de tierra del pueblo llevando leña y bidones cargados de agua. A medida que atravesábamos el pueblo se escuchaba la risa de los chicos. Llegando al campamento me llamo la atención tres o cuatro estudiantes en lo que parecía ser una escuela Coránica, lejos de la risa, los pequeños me ofrecieron una mirada filosa de rabia mientras que yo pensaba que no hay grandes diferencias entre Jesús pregonando el renunciamiento en esta vida y Mahoma ofreciendo la concupiscencia en la otra, las únicas diferencias las hicieron todos los mediocres que vinieron después. Ojala que me hayan creído, ya que yo no tenía ninguna cuestión personal con ellos y menos con Dios, Alá o Jehová.

Se hacía tarde. La noche sobrevino de inmediato y por fin llegamos al campamento. Presentaciones formales con el resto del equipo junto con una suculenta cena que consistió en arroz con mucho cardamomo y luego de un tortuoso viaje a través desierto ¿Qué mejor que dormir?. Una luna blanca apareció en el cielo y la noche por fin desparramo algo de fresco al mismo tiempo que en mí se desparramaron las habituales preguntas sin respuestas.

La mañana siguiente me encontraba en el hospital. Una abigarrada multitud de mujeres, chicos y hasta algunos ancianos rezaban, clamaban, protestaban y por más que el traductor les explicaba no se que cosa, nuestros gestos y palabras no logran disuadir a la muchedumbre. Empezaba la consulta y el sol, verdadero señor del desierto, ya dominaba por completo

9.4.08

Ogaden, marzo del 2008. ( I )

Llegué a Jijiga a principios de marzo a bordo de una pequeña avioneta de Ethiopian airlines. Se presento la policía y empezó el registro personal, de documentación, la requisa de bolsos. Como yo era el único extranjero, el Ogaden esta vedado a visitantes extranjeros, mi presencia despertó la curiosidad de los militares que preguntaron con especial interés de donde venía, que hacía en el Ogaden y para que ONG trabajaba. Rápidamente el avión despegó y nos dejo en el más absoluto silencio, bajo una cegadora luz que caía del cielo y un calor insoportable que envolvía todo. Pensé seriamente que esos escasos cien metros que me separaban de la pequeña casilla de chapa que hacia de Terminal costarían un esfuerzo sobrehumano en ese mediodía hirviente.

En el Ogaden en horas del mediodía es difícil ver señales de vida. En este desierto la vista es bastante monótona, solo se reduce a una franja de tierra y otra de cielo, con algunas acacias aisladas y en ese momento recordé la crónica de Kapuscinski en la que el gran periodista polaco hablaba de que en el Ogaden todo esfuerzo humano se centra únicamente en la búsqueda de sombra y de una brisa, quien encuentra una brisa experimenta una gran sensación de alegría.

Esperé un rato hasta la llegada de una gran Toyota blanca con los distintivos de la Organización para la cual trabajo, Luego de la presentaciones formales, cargamos los bolsos, mejor sería decir que ellos cargaron, ya que recuerdo que mis movimientos se reproducían como en cámara lenta producto de lo asfixiante del ambiente, durante un breve recorrido por la pequeña ciudad en el cual recogimos algunos víveres nos disponíamos a emprender el viaje hasta el poblado de Daxghaabur, donde el resto del equipo ya se encontraba trabajando.

El Ogaden es un gran semidesierto inhóspito, incluso hasta hostil en donde el horizonte se extiende entre arena, grava y piedras, donde se pueden ver algunos pastos secos que sirven de alimentos para las cabras y los camellos. En este lugar las fronteras existen tan solo en los mapas, los caminos son escasos y los nómadas que transitan con sus rebaños estos lugares nunca sabe si están en Somalia o Etiopía ya que ellos siguen los pastos y el agua y se orientan a través de algunas rocas solitarias o alguna acacia determinada.

Al fin emprendimos un duro viaje hacia el sur amontonados sobre una montaña de pertenencias, víveres y medicamentos. Se avanzaba muy despacio, por momentos a paso de hombre y por momentos dude si el camino era en realidad un camino. En aquel territorio, sin caminos, sin gente, con remolinos que se levantaban por todos lados viajábamos atravesando fronteras invisibles cubiertas de polvo.

Quizás hasta el mismísimo Ogaden sea una frontera.

Fotos de Ogaden by Click Clack

25.3.08

Out of Africa

UNO. Extraño mi blog. Extraño su diseño, las letras grandes que preguntan si hay alguien ahí, esas frases de Cortázar que leía cada día, la foto del inmigrante mauritano con esa mirada que irrita, molesta y el mapa con todos esos puntitos rojos. Desde que llegué a Etiopía no lo veo. En el Ogaden no teníamos Internet, sólo una conexión diaria con Barcelona a través de satélite y todos los posts que fui publicando desde allí fueron a través de M. que gentilmente estuvo a cargo de la edición y el diseño. Hoy estoy de vuelta en Addis Ababa y tampoco puedo visualizarlo ya que la conexión es terrible y tratar de hacerme entender en amárico es casi una misión imposible, por lo que seguiremos tratando de seguir esta aventura de la misma manera.

DOS. Demasiadas cosas pasaron en las últimas 72 horas y voy a tratar de resumirlas para que tengan una idea de la situación en la que nos encontramos. El desierto de Ogaden es un tema bastante complejo para el gobierno de Etiopía. Demasiados conflictos con Somalia, resistencia de los habitantes del Ogaden contra el gobierno central de Addis, continuas denuncias de violación de los derechos humanos hechas por la ONU. Por todo esto, el gobierno en las ultimas 72 horas decidió expulsar todas las ONG presentes en el Ogaden. Las razones pueden llegar a ser múltiples, pero se destacan; demasiada gente moviéndose por terreno hostil, contactos con gente non grata para el gobierno, monitoreo de las fuerzas armadas y sus operaciones entre tantas otras. El viernes nuestro coordinador de terreno recibió una llamada explicando la situación, nos reunió a todos y nos resumió que en menos de 48 debíamos estar en la capital para cumplir ciertos requisitos impuestos por las autoridades. Durante la mañana del sábado organizamos en menos de dos horas el handover de las actividades del hospital al personal local, lo cual fue un verdadero caos , y desde el sábado por la tarde viajamos 48 horas para estar en la capital la noche del domingo. Más allá de la sensación de impotencia que me invadió y toda esa bronca, las cosas quedaron más o menos ordenadas, el viaje cruzando casi media Etiopía y escuchar los discos de Elliot Smith fueron todavía mejor. Atravesamos el Ogaden, luego la sabana, montañas, pasamos por la milenaria ciudad de Harar, ciudad amurallada, sagrada para los musulmanes que está casi a la altura de Medina o la Meca, una ciudad con idioma propio, con mercados increíbles, caravanas de camellos, hienas en las cercanías de los mercados esperando los restos de basura del día. Dicen que es una ciudad en la que no entró ningún occidental hasta finales del siglo XIX. Rimbaud vivió una temporada en Harar traficando marfil, café y esclavos. Después ya entramos en las tierras altas, donde a los costados del camino se veían jóvenes pastoreando sus vacas o cabras, sólo cubiertos con túnicas y al hombro la AK 47 con la que se matan a tiros con las tribus vecinas por un poco de pasto. Un viaje increíble a través del tiempo pero con tanta miseria como nunca vi, la verdad, desconozco qué puede estar peor que este país, seguro esta Níger, Burkina Faso o Malí pero no muchos más.

TRES. Hoy tuvimos una serie de reuniones con las autoridades y ya hay algunas cosas claras. Nos quieren afuera. Gran parte del equipo tiene que estar fuera del país antes que termine la semana, otros se pueden quedar pero exigen una lista de requisitos que cumplirlos puede llegar a tardar meses. Mañana seguimos y para el fin de semana ya tendré algunas cosas mas claras, volvemos a Ogaden a cerrar propiamente la misión, nos mandan a otro país africano en stand by, volvemos a Europa o directamente vuelvo a casa.

16.3.08

Contrastes

Desde hace diez días estoy en Etiopía y por supuesto que este lugar es un viaje a lo inesperado y mi trabajo en el hospital de Dhagaxbuur depara continuas sorpresas al visitante. Los contrastes están servidos y son muchos. Algo que queda claro desde el principio es que los somalíes que habitan en el Ogaden no aceptan la ocupación etiope de su país desde hace más de un siglo, por otro lado los etíopes no consideran ni consideraran jamás a los somalíes como ciudadanos etíopes. Todos estos contrastes hacen que desde hace más de un siglo haya una gran resistencia de los somalíes que habitan en el Ogaden y ese grado de resistencia, por lo que llego a comprender, va variando según el tiempo, las circunstancias regionales y internacionales. Los sucesivos gobiernos etíopes han desarrollado grandes campañas militares para combatir la insurgencia en el Ogaden y esto ha causado estragos en la población.

En el Ogaden hay petróleo, hay refinerías chinas, hay insurgencia, hay niños soldados, hay numerosos militares, hay paramilitares, hay poca agua y la que hay se vende, hay hambre, hay camellos flacos, hay muchos burócratas, hay algunas ONG con buenas intenciones pero muy omnipotentes y todo esto combinado puede llegar a ser inaceptable.

15 de marzo del 2008

10.3.08

Ogaden.

Creo que mi viaje comenzó en mi departamento en Buenos Aires el día que acepté el trabajo que me ofrecieron desde Barcelona y sigue aquí, en Daghaxbuur, en el desierto de Ogaden, en este pueblo ubicado en el extremo este de Etiopía. Hace una semana que estoy aquí en medio de un desierto que se extiende por innumerables kilómetros cuadrados desde Djibuti pasando por Kenia y terminado en Somalia y este desierto parece recordar todo lo que ha pasado, que recuerda y que seguro termina destruyendo todo lo que pasa.

Desconozco si el desierto de Ogaden me marcará o tendrá algún secreto acerca de lo que el destino ha escogido para mí pero es raro que alguien busque algo en un desierto. Uno quiere ver árboles, mar, inmensos bosques o hasta una pequeña casita sobre un lago con un marco majestuoso de montañas. Comprendo que hay gente que pueda desarrollar una vida en un lugar árido, casi sin vegetación ni vida animal, pero esto es una simple compresión intelectual, es algo que mis entrañas no logran comprender o simplemente el prejuicio contra los desiertos en general esta muy arraigado en mí.

De algo estoy seguro; un desierto da mucho miedo, que encuentra alguien de atractivo en un sitio aislado? Nada, solo soledad y una violenta introspección que nos refleja un lugar desprovisto de todo o tal vez una verdad acerca de uno mismo que no puede revelarse en otro sitio que bajo un sol despiadado y brutal. O mejor aún un desierto de miedo por una simple razón: no hay lugar donde esconderse.

El desierto, un lugar de muerte y duras pruebas, un lugar que pienso, se debería evitar.

No exagero.