15.4.08

Ogaden, marzo del 2008 ( II )

Media tarde. Daxghaabur esta al frente. Mi miopía solo me permitía ver un conjunto de construcciones rudimentarias, la gran mayoría de las casas solo consistía en unos palos de madera arqueados cubiertos de plásticos y telas. Los camellos se sacudían en las calles de tierra del pueblo llevando leña y bidones cargados de agua. A medida que atravesábamos el pueblo se escuchaba la risa de los chicos. Llegando al campamento me llamo la atención tres o cuatro estudiantes en lo que parecía ser una escuela Coránica, lejos de la risa, los pequeños me ofrecieron una mirada filosa de rabia mientras que yo pensaba que no hay grandes diferencias entre Jesús pregonando el renunciamiento en esta vida y Mahoma ofreciendo la concupiscencia en la otra, las únicas diferencias las hicieron todos los mediocres que vinieron después. Ojala que me hayan creído, ya que yo no tenía ninguna cuestión personal con ellos y menos con Dios, Alá o Jehová.

Se hacía tarde. La noche sobrevino de inmediato y por fin llegamos al campamento. Presentaciones formales con el resto del equipo junto con una suculenta cena que consistió en arroz con mucho cardamomo y luego de un tortuoso viaje a través desierto ¿Qué mejor que dormir?. Una luna blanca apareció en el cielo y la noche por fin desparramo algo de fresco al mismo tiempo que en mí se desparramaron las habituales preguntas sin respuestas.

La mañana siguiente me encontraba en el hospital. Una abigarrada multitud de mujeres, chicos y hasta algunos ancianos rezaban, clamaban, protestaban y por más que el traductor les explicaba no se que cosa, nuestros gestos y palabras no logran disuadir a la muchedumbre. Empezaba la consulta y el sol, verdadero señor del desierto, ya dominaba por completo