UNO. Extraño mi blog. Extraño su diseño, las letras grandes que preguntan si hay alguien ahí, esas frases de Cortázar que leía cada día, la foto del inmigrante mauritano con esa mirada que irrita, molesta y el mapa con todos esos puntitos rojos. Desde que llegué a Etiopía no lo veo. En el Ogaden no teníamos Internet, sólo una conexión diaria con Barcelona a través de satélite y todos los posts que fui publicando desde allí fueron a través de M. que gentilmente estuvo a cargo de la edición y el diseño. Hoy estoy de vuelta en Addis Ababa y tampoco puedo visualizarlo ya que la conexión es terrible y tratar de hacerme entender en amárico es casi una misión imposible, por lo que seguiremos tratando de seguir esta aventura de la misma manera.
DOS. Demasiadas cosas pasaron en las últimas 72 horas y voy a tratar de resumirlas para que tengan una idea de la situación en la que nos encontramos. El desierto de Ogaden es un tema bastante complejo para el gobierno de Etiopía. Demasiados conflictos con Somalia, resistencia de los habitantes del Ogaden contra el gobierno central de Addis, continuas denuncias de violación de los derechos humanos hechas por la ONU. Por todo esto, el gobierno en las ultimas 72 horas decidió expulsar todas las ONG presentes en el Ogaden. Las razones pueden llegar a ser múltiples, pero se destacan; demasiada gente moviéndose por terreno hostil, contactos con gente non grata para el gobierno, monitoreo de las fuerzas armadas y sus operaciones entre tantas otras. El viernes nuestro coordinador de terreno recibió una llamada explicando la situación, nos reunió a todos y nos resumió que en menos de 48 debíamos estar en la capital para cumplir ciertos requisitos impuestos por las autoridades. Durante la mañana del sábado organizamos en menos de dos horas el handover de las actividades del hospital al personal local, lo cual fue un verdadero caos , y desde el sábado por la tarde viajamos 48 horas para estar en la capital la noche del domingo. Más allá de la sensación de impotencia que me invadió y toda esa bronca, las cosas quedaron más o menos ordenadas, el viaje cruzando casi media Etiopía y escuchar los discos de Elliot Smith fueron todavía mejor. Atravesamos el Ogaden, luego la sabana, montañas, pasamos por la milenaria ciudad de Harar, ciudad amurallada, sagrada para los musulmanes que está casi a la altura de Medina o la Meca, una ciudad con idioma propio, con mercados increíbles, caravanas de camellos, hienas en las cercanías de los mercados esperando los restos de basura del día. Dicen que es una ciudad en la que no entró ningún occidental hasta finales del siglo XIX. Rimbaud vivió una temporada en Harar traficando marfil, café y esclavos. Después ya entramos en las tierras altas, donde a los costados del camino se veían jóvenes pastoreando sus vacas o cabras, sólo cubiertos con túnicas y al hombro la AK 47 con la que se matan a tiros con las tribus vecinas por un poco de pasto. Un viaje increíble a través del tiempo pero con tanta miseria como nunca vi, la verdad, desconozco qué puede estar peor que este país, seguro esta Níger, Burkina Faso o Malí pero no muchos más.
TRES. Hoy tuvimos una serie de reuniones con las autoridades y ya hay algunas cosas claras. Nos quieren afuera. Gran parte del equipo tiene que estar fuera del país antes que termine la semana, otros se pueden quedar pero exigen una lista de requisitos que cumplirlos puede llegar a tardar meses. Mañana seguimos y para el fin de semana ya tendré algunas cosas mas claras, volvemos a Ogaden a cerrar propiamente la misión, nos mandan a otro país africano en stand by, volvemos a Europa o directamente vuelvo a casa.