Desde hace diez días estoy en Etiopía y por supuesto que este lugar es un viaje a lo inesperado y mi trabajo en el hospital de Dhagaxbuur depara continuas sorpresas al visitante. Los contrastes están servidos y son muchos. Algo que queda claro desde el principio es que los somalíes que habitan en el Ogaden no aceptan la ocupación etiope de su país desde hace más de un siglo, por otro lado los etíopes no consideran ni consideraran jamás a los somalíes como ciudadanos etíopes. Todos estos contrastes hacen que desde hace más de un siglo haya una gran resistencia de los somalíes que habitan en el Ogaden y ese grado de resistencia, por lo que llego a comprender, va variando según el tiempo, las circunstancias regionales y internacionales. Los sucesivos gobiernos etíopes han desarrollado grandes campañas militares para combatir la insurgencia en el Ogaden y esto ha causado estragos en la población.
En el Ogaden hay petróleo, hay refinerías chinas, hay insurgencia, hay niños soldados, hay numerosos militares, hay paramilitares, hay poca agua y la que hay se vende, hay hambre, hay camellos flacos, hay muchos burócratas, hay algunas ONG con buenas intenciones pero muy omnipotentes y todo esto combinado puede llegar a ser inaceptable.
15 de marzo del 2008