El impacto del nombramiento fue muy curioso, ni siquiera en el panel
de 678, sino en los altos mandos kirchneristas. Hasta ese día, y con razón,
Bergoglio tenía peor fama que las impresoras Hewlett Packard. De repente se convirtió en un Papa peronista.
Incluso por sus primeras performances papales, Bergoglio parece un discípulo de
Néstor: pogo con los feligreses, look casual, gambeta corta al protocolo. De "un flaco
como cualquiera" a "un pelado como cualquiera". Por si hacía
falta, uno puede afirmar nuevamente que los kirchneristas están locos, pero no
son boludos. Podemos combatir a De Angeli, a Blumberg, a Cleto Cobos. Figuras
mediáticas que acapararon la libido opositora pero que individualmente no
pudieron capitalizar su auge psico-social en ninguna elección. Diferente es
salirle con los tapones de punta al Papa. Esta actitud, que emocionalmente
puede ser calificada como "veletismo" y políticamente como
inteligencia, marca un pequeño conflicto en el seno de la vanguardia iluminada
del kirchnerismo. Los que, antes de Francisco I, ya eran más papistas que el
Papa. Esos tipos raros que quieren marcar la cancha desde una cuenta de twitter
y, mientras hacen alarde de tener toda la información, le piden aborto a una
presidenta católica.
El resto, aca.
El resto, aca.