Historia no es sólo aquello que se cuenta del pasado; es también, y a veces sobre todo, el relato de lo que se omite, de lo que queda en los márgenes. En mayo de 1910 Argentina celebró el primer centenario de su emancipación de la Corona española. Pocos meses después, el adolescente Juan Domingo Perón fue llevado por su abuela paterna al Colegio Militar de la ciudad de San Martín, donde estudió amparado por una beca de misericordia. Venía de un hogar inestable, errante, y en el colegio descubrió el único modelo de familia que conoció en la vida. Se dijo que si aquello era bueno para él, también debía ser bueno para el país.
Con esa escena empieza el siglo XX en Argentina. Tres décadas más tarde, cuando alcanzó el poder, Perón puso en práctica las lecciones de disciplina y orden que había aprendido en la milicia. Organizó el país en torno a la figura de un líder fuerte, carismático, cuya palabra era ley. Si bien esos dictámenes dependían de la aprobación de instituciones formales, como las dos cámaras del Parlamento y las cortes de justicia, las instituciones respondían por lo general a los designios del líder. A ese modelo jerárquico y autoritario pueden atribuirse las alternancias civiles y militares que se sucedieron a partir de 1955 y que cerraron el camino a todos los proyectos de desarrollo. Desde entonces Argentina se convirtió en un campo de batalla entre facciones que se disputaban fragmentos de poder y que obedecían, todas ellas, a diferentes caudillos únicos intolerantes con las ideas de los otros. Cada uno de esos caudillos, a su turno, fue debilitando las instituciones, estimulando formas de corrupción cada vez más sofisticadas y más sometidas a la voluntad de quien estuviera al mando.
El peronismo domina la política argentina aun desde antes de que Perón regresara de su exilio en Madrid en 1973. Con el paréntesis de las dictaduras militares -que trataron, en vano, de aniquilarlo- se ha mantenido en el poder de una manera u otra hasta hoy y es posible que siga prevaleciendo durante otras dos o tres generaciones. Nadie, sin embargo, sabe con certeza qué es el peronismo. Y porque nadie sabe qué es, el peronismo expresa el país a la perfección. Cuando un peronismo cae, por corrupción, por fracaso o por mero desgaste, otro peronismo se levanta y dice: "Aquello era una impostura. Este que llega ahora es el peronismo verdadero". La esperanza del peronismo verdadero que vendrá está viva en Argentina desde hace décadas, como si se tratara de un imposible Mesías que iluminará el fin de los tiempos, cuando el país recuperará la grandeza de una vez para siempre.
Argentina, así, se ha ido tornando impredecible, un enigma ante el que se estrellan todas las respuestas. ¿Cómo imaginar el futuro inmediato, la celebración del segundo centenario de la independencia entre las brumas de un país a la deriva? Las instituciones siguen inestables. A diferencia de lo que sucede en Chile y Brasil, cuando un gobierno sustituye a otro, los técnicos y los cuadros medios del gobierno que se va son desalojados y reemplazados por funcionarios promovidos menos por sus méritos que por afinidad de intereses con el caudillo de turno. Así se derriban proyectos elaborados durante años, se ponen a prueba otros y las buenas experiencias acumuladas se derrochan. El seleccionado argentino de fútbol es una eficaz metáfora del país. Algunos de sus jugadores se cuentan entre los mejores del mundo y los clubes europeos pagan fortunas para tenerlos en sus planteles. En Europa deslumbran pero en Argentina fracasan. Se pasean desorientados por los campos de juego, después de que demasiados entrenadores les han dado directivas opuestas. La grandeza está en la imaginación de todos. Nadie parece resignarse a los límites de la realidad.
También el periodismo pierde la calma. Si el gobierno se crispa, si los humores se enardecen, el periodismo lo imita: se divide en facciones efervescentes, sordas a las razones de los bandos opuestos. El periodismo debería releerse a sí mismo. Muchos de los intereses y principios que defiende y predica hoy son inversos a los que defendía ayer.
A partir de lo que aparece ahora en la superficie de los hechos se vislumbra la silueta de un futuro más bien opaco, que en nada se asemeja al del primer centenario. En 1910 el gran Rubén Darío escribió un largo "Canto a la Argentina" impregnado de una imbatible fe en el futuro. "¡He aquí la región del Dorado, he aquí el paraíso terrestre,/ he aquí la ventura esperada!" La voz del gran Juan Gelman se oscurecía en 2004 al entonar su propio canto a la Argentina: "Cuando el dolor se parece a un país / se parece a mi país. Los/ sin nada envuelven con/un pájaro humilde que/ no tiene método".
En toda la despoblada extensión de Argentina se oyen tambores de guerra. La batalla por conservar el poder o por arrebatarlo es a vida o muerte. Sindicatos adictos al gobierno contra sindicatos adversarios; piquetes contra piquetes. Las calles de las grandes ciudades han entrado en ebullición. La justicia se mueve a paso lento, tratando de proteger las instituciones. Gracias a la justicia, el mejor legado del gobierno Kirchner no se ha perdido en el polvo de las reyertas. Los imperdonables crímenes de la dictadura, los robos de recién nacidos en cautiverio, las torturas despiadadas, los vuelos con prisioneros a los que se arrojaba vivos en el océano y en el río de la Plata, no van a quedar ya sin condena y sin memoria.
Que se haya recuperado la dignidad vuelve aún menos explicable que la educación agonice degradada en sótanos de negligencia que medio siglo atrás parecían imposibles. La influencia de la Iglesia, que ha sido siempre un poderoso factor de regresión e intolerancia, no cesa de crecer. La prédica de los últimos tiempos trata de llamar la atención sobre el escándalo de la pobreza, pero no recuerda que por la pobreza mueren cientos de madres adolescentes en abortos clandestinos y que la mortalidad infantil supera el trece por mil.
Todos los diagnósticos sobre Argentina del futuro inmediato son pesimistas, porque el país pone sus esperanzas muy en alto, evoca las grandezas del pasado y sigue creyendo en una superioridad que las dictaduras militares convirtieron en polvo.
Vale la pena entonces, volver los ojos y preguntarse dónde está ahora Argentina. ¿En qué confín del mundo, centro del atlas, techo del universo? ¿Argentina es una potencia o una impotencia, un destino o un desatino, el cuello del tercer mundo o el rabo del primero?
Siempre se creyó que Argentina estaba en un sitio distinto del que le habían adjudicado la geografía, el azar o la historia. Pero nunca hubo tanto divorcio entre la realidad y los deseos como en estos últimos seis años. Ya en 1810 una de las obsesiones argentinas era alcanzar la grandeza. Lo que ahora obsesiona al país es el miedo a la pequeñez. Para evitar ese derrumbe, se oye repetir una y otra vez: Somos grandes, estamos entre los grandes. La única lástima es que los grandes no se dan cuenta.
"Estamos llamados a iniciar una nueva era", escribía Juan Bautista Alberdi en 1838. Y después Sarmiento, Mitre, Martí, Roca, Darío: todos se sumaron al coro, todos esperaban que la grandeza se manifestara de un momento a otro. ¿Dónde estábamos entonces, en qué lugar? Éramos un inagotable cuerno de la abundancia: los ganados y las mieses se derramaban por los costados.
Hacia 1928, las estadísticas señalaban que Argentina era superior a Francia en número de automóviles y a Japón en líneas de teléfonos. A fines de 1924, el poeta nacional Leopoldo Lugones proclamó que los militares eran los "últimos aristócratas" del espíritu y les exigió que, espada en mano, ejercieran su "derecho de mejores", con la ley o sin ella y emprendieran cruzadas para imponer un "orden nuevo". Las sucesivas cruzadas de los "aristócratas del espíritu" -que culminaron en la guerra de las Malvinas, en los campos de concentración de la dictadura y en los cementerios de desaparecidos-, precipitaron el país en un desastre para el que todavía busca salida.
Pertenecer a lugares a los que sólo Argentina cree pertenecer; imaginarse árbitro, mediador, factor de decisión en pleitos a los que no ha sido invitada: tales son las antiguas maldiciones de la nación, los signos alarmantes de un destino descolocado. Los países del primer mundo se distinguen, a grandes rasgos, por tener seguros de desempleo, escasa o nula mendicidad, bajísimo índice de mortalidad infantil, educación laica, gratuita y obligatoria. Y trenes. Sobre todo trenes. Los trenes (más que cualquier otro medio de transporte) son el termómetro de cuándo un país anda bien y cuándo no. Vaya a saber por qué, pero la modernidad se mide a través de vagones puntuales, frecuentes y limpios, como lo descubrieron los alemanes del este cuando cayó el Muro y pudieron viajar, deslumbrados, en la segunda clase del expreso Francfort-Hamburgo.
Mucha de la infelicidad argentina nace de una lección que la realidad siempre contradice. A los niños se les enseña en las escuelas que son hijos de un país grande acechado por desgracias de las que no es responsable. Nunca le será fácil alcanzar la dicha a un país que cree tener menos de lo que merece y que desde hace décadas imagina que es más de lo que es. "¿Cómo se vive allá, en América Latina?", me preguntaba un amigo cuando volví del exilio. Argentina no estaba, entonces, en América Latina sino en ninguna parte: ni en el continente al que pertenecía por afinidad geográfica ni en la Europa a la que creía pertenecer por razones de destino. Estaba, como quien dice, en el aire. Lo peor es que cuando tenga que bajar, no sabrá dónde.
29.10.09
Argentina: doscientos años de soledad
Por Tomas Eloy Martinez, El Pais 29-10-09
28.10.09
Paris
Un par de semanas bastantes caóticas, pasaron muchas cosas, mecanismo trabajo, un virus se ensaño con todos mis contactos de emails y hubo algunas desiciones difíciles. Un viaje a París a ultimo momento para defender la propuesta del proyecto de tuberculosis en la Provincia de Kampong y una presentación frente un gigantesco grupo de gente en la cual básicamente me destrozaron, muchas preguntas frente a las cuales no tuvimos respuestas pero después de horas de discusiones algo de luz y la posibilidad de seguir trabajando en tuberculosis en Camboya por un tiempo mas.
Estoy parando en un pequeño hotel en la zona de la Bastille, una habitación muy pequeña en el ultimo piso, mas que habitación una pequeña buhardilla con una ventana muy pequeña desde la cual se ve la torre Eiffel.
Hemingway cuenta en "París era una fiesta" que los anos vividos en la buhardilla a unas pocas cuadras de aqui fueron los mejores anos de su vida.
Necesito volver a leer un buen libro.
Sigo herido por la literatura
Merde.
Etiquetas:
Camboya,
estados de ánimo,
Hemingway,
libros,
literatura
22.10.09
Zambia
Hace unos dias recibi la noticia que el programa de HIV en Zambia de MSF en el que trabaje un tiempo fue integrado en el programa nacional de hiv del ministerio de salud zambiano.
Les dejo una pequena muestra de como era un dia de trabajo en el hospital de Kapiri Mposhi, el video fue realizado por un equipo de la television griego que estuvo con nosotros unos dias.
Ah, Kapiri Mposhi...
Etiquetas:
africa,
estados de ánimo,
felicidad,
HIV/SIDA,
Zambia
9.10.09
Dancing Queen
1. Acabo de leer que le dieron el Nobel de la Paz a Barack Obama y una vez mas los suecos me dan por las bolas. Un nobel de la Paz a quien conduce un país que esta librando dos guerras y tiene 700.000 millones de dolares de presupuesto anual para estas. Igual me molesta mucho mas que no hayan dado el Nobel a Conrad, Borges o Tolstoi. A Obama el establishment se lo comió hace rato pero al menos los suecos tienen a ABBA.
2. Después de explicarle y ofrecerle por todos los medios posibles para que H. Y. acepte internarse y empezar el tratamiento de su tuberculosis multiresistente (al menos los próximo dos anos de su vida) el decidió poner todas las ofertas de lado y volverse a Vietnam con su familia a la cual seguramente contagiara y estos contagiaran a sus vecinos y estos a los vecinos de sus vecinos. En fin, una verdadera mierda tratar con pacientes con tuberculosis multiresistente.
3. Esta semana me llego el manuscrito final del articulo que escribimos y preparamos con algunos colegas acerca de la alta prevalencia de la infección por criptococos en los pacientes seropositivos camboyanos. Esperamos publicarlo para fin de ano en alguna revista cientifica.
4. El 28 de octubre es la fecha elegida para que le presentemos a nuestros jefes la propuesta para expandir nuestras actividades en el diagnostico y tratamiento de la tuberculosis. La idea es bastante simple, hace tiempo que trabajamos en el hospital de Kampong Cham pero no es el numero de pacientes que esperamos por lo que la idea es tener una estrategia mas activa. Hicimos un mapeo de los centros de salud de la provincia y las comparamos con las zonas mas pobres y determinamos que lo ideal es tratar de armar clínicas moviles y también alguna lancha sanitaria que suban y bajen a lo largo del Mekong. Ojala que salga ya que navegar por el Mekong con el estetoscopio bajo el brazo puede llegar a ser una experiencia fabulosa.
5. Ayer hable con dos queridos amigos que están muy lejos, nos pusimos al día y me dieron muchas ganas de verlos. Una pregunta habitual que me hago a mi mismo siempre es que va a pasar cuando vuelva y la respuesta es que todos siguen mas o menos con sus vidas y yo al llegar voy a continuar con la mía aunque no desde el punto en que la dejé, porque las circunstancias que estaban ya no estarán. Seguramente sabré más de la amistad y más de la soledad y varias maneras de valerme por mí mismo. Seguramente habré cambiado y no sabré cuánto hasta que esté de regreso en el lugar de donde partí.
Etiquetas:
Borges,
Camboya,
Conrad,
estados de ánimo,
hipocresía,
yo
8.10.09
Jueves
Con la mudanza a Camboya no tuve otra que olvidarme de la selección de fútbol de mi país, especialmente del Diegote, y creo que involuntariamente he dado un pequeño paso hacia la felicidad.
Debido a las circunstancias mencionadas, he dejado de seguir los complots y las intrigas de la blanca y celeste para pasar a jugar y disfrutar del fútbol con los camboyanos, lejos de las eliminatorias y los chimentos, lo mejor de la semana para ellos fue cuantos goles iban a recibir en el amistoso que jugaron con Singapur. Cuando uno juega al fútbol con los camboyanos casi nunca pasa nada, nunca nadie va a tener un gesto o un exceso verbal con un companero o un rival y el momento de mas acción es cuando todos corremos detrás de la pelota con la fabulosa idea de armar una jugada inolvidable que nunca va a llegar. Lo mejor de todo es cuando llega la tormenta de la tarde y el fulbito se juega bajo una agradable lluvia tropical.
Los monzones tropicales continúan acechando con nuevas e interminables lluvias: el calor, el fútbol con los camboyanos los sábados por la tarde. Mientras tanto, disfrute como nunca anoche cuando en la tele en el noticiero camboyano el momento "wining" fue un terrible gol de Palermo de cabeza desde casi 40 metros.
Nostalgia que le dicen.
Debido a las circunstancias mencionadas, he dejado de seguir los complots y las intrigas de la blanca y celeste para pasar a jugar y disfrutar del fútbol con los camboyanos, lejos de las eliminatorias y los chimentos, lo mejor de la semana para ellos fue cuantos goles iban a recibir en el amistoso que jugaron con Singapur. Cuando uno juega al fútbol con los camboyanos casi nunca pasa nada, nunca nadie va a tener un gesto o un exceso verbal con un companero o un rival y el momento de mas acción es cuando todos corremos detrás de la pelota con la fabulosa idea de armar una jugada inolvidable que nunca va a llegar. Lo mejor de todo es cuando llega la tormenta de la tarde y el fulbito se juega bajo una agradable lluvia tropical.
Los monzones tropicales continúan acechando con nuevas e interminables lluvias: el calor, el fútbol con los camboyanos los sábados por la tarde. Mientras tanto, disfrute como nunca anoche cuando en la tele en el noticiero camboyano el momento "wining" fue un terrible gol de Palermo de cabeza desde casi 40 metros.
Nostalgia que le dicen.
Etiquetas:
Argentina,
estados de ánimo,
Fútbol,
Maradona
3.10.09
Les gens de la riziere
UNO.
Los monzones han llegado con fuerza a esta parte del mundo, los terremotos hacen estragos en la isla de Sumatra y otra vez un Tsunami nos ensena geografía con nombres de islas que ni siquiera sabíamos que existían. En Phonm Penh desde mas de una semana que llueve y especialmente ayer por la noche media ciudad termino bajo agua. El paso de tifón Ketsana ha dejado casi medio Vietnam bajo agua y varias decenas de muertos mientras que en Camboya fueron miles y miles las hectáreas de arroz que fueron destruidas en el oeste del país lo cual seguramente desestabilizara la economía pero sobretodo pondrá a miles en riesgo de hambruna en los próximos meses.
DOS.
Tratar de describir lo que representa el arroz en la vida de los camboyanos es una tarea complicada. Es parte de su historia con los campos de arroz en los murales de los templos de Angkor, es un icono, es la base de la dieta pero mas que nada es un estilo de vida. Ningún camboyano imagina su desayuno, su almuerzo o su cena sin arroz. Cuando ceno con algunos amigo camboyanos siempre el plato principal es el arroz y el resto solo consiste con que se acompaña el arroz.
TRES
En las historias clínicas del hospital los médicos con los que trabajo lo primero que preguntan y reseñan es si el enfermo come o no come arroz. Cuando el paciente, o mejor aun los familiares del paciente manifiestan que el enfermo desde hace unos días que no come arroz es recién en ese momento cuando el medico frunce el seno y se rasca la cabeza
Etiquetas:
anthropologist,
arroz,
Camboya,
estados de ánimo
Subscribe to:
Posts (Atom)