13.11.09

River of Time

1. La semana pasada termine de leer "River of time: A Memoir of Vietnam and Cambodia" del periodista ingles Jon Swain lo cual confirma nuevamente que la literatura que mas disfruto es la No-ficcion. Este ano he leido cronicas excepcionales tales como "Imperio" de Kapuscinsky o los "Cuadernos de Sarajevo" de Goytisolo sin poder dejar de mencionar "Una luna" de Caparros ya que este ultimo me encontre ligado emocionalmente ya que Caparros describe en detalle su paso por Kapiri Mposhi, en Zambia y por Monrovia, en Liberia.

2. El libro de Swain es en cierta forma distinta porque mas alla de una detallada cronica como era la vida de la indochina en los anos 70 vista a traves de los ojos de un corresponsal de guerra es un libro que el tipo necesitaba escribir para exorcisar todos sus fantamas y tratar, al menos, de hacer las paces consigo mismo. Las experiencias que Swain describe en detalle lo convirtieron en leyenda, especialmente el haber vuelto a Phnom Penh justo horas antes de la caida en manos de los Khmer Rouge y describir en detalle el exodo de mas de un millon de personas de la ciudad hacia el campo donde luego moririan ejecutados o de hambre. El deseo de aventura en Swain pasa desde enrolarse en la Legion Extranjera o cubrir la revolucion en Eritrea donde fue capturado por los rebeldes y ser liberado despues de meses de captura hasta decidir irse a vivir a Saigon en plena guerra y decribir en detalle los crimenes cometidos por ambas facciones en Viet Nam

3. El rio Mekong es una metafora central en el libro, una poderosa barrera entre la vida y la muerte en esta parte del mundo. Swain describe el rio con amor y belleza pero al mismo tiempo cuenta como la correntada arrastraba los cuerpos de las victimas. Con la ciudad de Phnom Penh casi en manos de los Khmer Rouge, los periodistas iban al frente de batalla por la manana mientras que por la tarde tomaban aperitivos al borde la piscina, visitaban burdeles y fumaban opio. Con respecto a las fumerie transcribo un pequeno parrafo

"With opium, our inner thoughts took wings. And it turned out that for most of us the enemy was not the deadly carnage in the Cambodian fields but the tedium of life itself; especially the perceived dreariness and conformity we had left behind in the West, to whose taboos and musty restrictions we dreaded having one day to return. During the day we might have experienced terrifying incidents and made life-and-death decisions as to were to go, and how long it was wise to stay on a battlefield. But the war also provided us with a certain freedom, which is why we liked being here. We felt we had broken loose and were accomplices in an escape from the straitjacket of ease and staid habits.

Lying down and smoking, eyes closed, we were scarcely aware of the outside, even when, through the open window, an occasional flash and boom of artillery reminded us of the battles raging in the countryside. Later on, when the American B52 carpet-bombing came closer to Phnom Penh, we would feel a sullen rolling vibration as though we were on the periphery of a great earthquake. The whole house quivered. Yet, thanks to the soothing balm of the opium, I recall a strange, almost childlike, satisfaction, a feeling of absolute content in the mysterious certainty that we were utterly secure where we lay. Then at some stage, at two or so in the morning, our thoughts drifted away and we sank into an ocean of forgetfulness. Time did not exist in the limbo of the fumerie."

4. Ahora que Swain tiene una honorifica carrera de periodista se encuentra todavia a si mismo intoxicado de Indochina, el lugar que ama pero a la vez un lugar extremadamente cruel y tragico en el que todavia el rio Mekong agita sus turbulentas aguas.