2.5.10

Waiting for the Mundial 2 (Sudáfrica 2010), by Fabián Casas

Todas las mañanas cuando hago mis rezos en dirección al Gasómetro -actual Carrefour- a Dios le pido, como diría Juanes, por lo menos tres cosas: 1) que mi viejo, cuando le toque pasar para el lado oscuro de la luna, lo haga durmiendo y no sufra, 2) que mis seres queridos conserven la salud y la alegría y 3) que, por favor, por favor, el Gordo no gane el Mundial. Eso sería insoportable. ¡Una verdadera entropía de megalomanía 12, 7 en la escala de Ritcher!
Pero mientras calentamos motores para la gran fiesta de Mandela, nuestro fútbol local sigue dando tela para cortar. De este campeonato, se pueden sacar varias conclusiones. Es tan flojo el nivel de los equipos que cualquiera que tenga, por ejemplo, a Pedro, saldría campeón cinco fechas antes. Con Iniesta o Xavi, campeón, bicampeón y Libertadores incluida…
Tan berreta es el fútbol que estamos viendo que preferimos poner los ojos y los oídos en lo que se cocina en los vestuarios. La pelea entre Riquelme y Palermo es como la de esos matrimonios amigos que te liquidan con sus gritos las navidades y los cumpleaños. Un consejo para esos muchachos: retírense. Otro consejo: si viene la barrabrava a pedirte money para viajar a Japón, Villa Gesell o Sudáfrica, decile que sí, que tienen guita pero para hacer una cooperativa, para iniciarlos en la autogestión. Guita para que estudien, coman y aprendan a leer y escribir. Para que desarrollen sus potencialidades y no se la tengan que pasar, todos los domingos, de espaldas a la cancha y encima del paravalancha, gritando para nada. O al servicio de dirigentes de mierda. Si en una Guerra Mundial las potencias se hubieran ahorrado toda la plata que gastaron en bombas y submarinos, aviones y barcos destructivos, creo que hubiera comido todo el planeta sin problemas. La campera ultimo modelo de Guardiola, vendida en la feria de Solano, puede servir para que coma todo el Conurbano.
El hombre es el animal más estúpido que existe. Puro ego y gol y gol ¿Para qué carajo sirve ser el goleador más grande de todos los tiempos si tu equipo está en el horno? Respuesta: para nada. Me imagino a Palermo sensible, sentado en su casa, a una edad crepuscular, diciéndose a sí mismo : "soy el goleador más grande de Boca de todos los tiempos".
Y antes de concluir esta nueva entrega, quiero tirar para siempre un mito que anda dando vueltas por ahí en el fútbol y que ya es un secreto a voces que todos sabemos pero que nadie se anima a escribir. El mito de que el fútbol es para hombres. Cuando un técnico quiere alabar a sus jugadores, dice: "tengo un equipo de hombres" o "me demostraron que son hombres". ¿No es extraño resaltar tanto algo tan evidente? No, porque todos los jugadores de fútbol son gays. Las botineras híperpulposas que los orbitan no hacen más que resaltar lo que se quiere ocultar. Todos los jugadores de fútbol son gays, repito. Esto pasa tanto en las largas concentraciones como en los pasillos del Vaticano. Se decía que x se había acostado con z y que por eso lo sacaron de Boca. Se decía que el comentarista x le daba bomba al delantero n y por eso lo celebraba en sus análisis tácticos. Se dicen todas estas cosas que forman el folklore del fútbol como si fueran excentricidades. El mismo Daniel Facharella declaró que no quería jugadores homosexuales y con arito en sus equipos. Bien, malas noticias para todos estos conservadores: todos los jugadores de fútbol son gays. Es hora de que salgan del ropero y del vestuario. Que blanqueen la pasión por arrojarse encima de un compañero en el festejo del gol. Basta de equipos de "hombres". Como cantaba Moris: "el hombre tiene miedo de ver a la mujer que hay en él".
Publicado originalmente en "Mal elemento"