27.6.09

Sábado


Oleada de calor.
Decidimos ir al centro de Pnhom Phen.
Edificios algo decrépitos en un blanco ya gris como los de un París colonial pero con palmeras y bananos como una verdadera pesadilla tropical, mucha basura entre grandes avenidas, más árboles desconocidos y callejones malolientes.

Hay un río de bicicletas, motos y tuck tucks entre vendedores de cocos, pescado frito y la risa de un grupo de chicos que nos persiguen pidiendo algunas monedas mientras nosotros recorremos el jardín del museo nacional agobiados por el calor y por monumentales esculturas de los templos de Angork.

Ya van seis semanas en Camboya y todavía recuerdo el momento de confusión al recibir la propuesta para este nuevo trabajo en el hospital nacional de Pnhom Phen. La noticia me turbó por momentos, aunque creo que me causo dolor o algo parecido. Era natural tratar de conocer otro contexto, otras culturas pero me puso muy triste dejar África, porque que a pesar de que África te dice en la cara lo mierda que es este mundo también te muestra lo mejor de nosotros. Saber que mi nuevo trabajo sería en el sudeste de Asia me consoló bastante: templos milenarios, ritos, trópico, nombres de ciudades que evocan historias increíbles, multitudes, tuberculosis, Pnhom Phen en el año cero, el hermano numero uno Pol Pot , el milenario río Mekong, Budismo.