23.5.08

Screams haunt me

Thabiso, a 36 year-old Zimbabwean woman, had to flee the township of Thembisa near Johannesburg, after a series of xenophobic attacks.

I was awoken by the sound of screaming on Monday. I realised they had set alight a shack belonging to a Mozambican immigrant. He tried to escape the fire. But the residents were armed with all sorts of traditional weapons and AK-47 rifles.
They shouted: "Umbambe engabaleki", which means "Don't let him run away" in Zulu.
They threw a bric
k at his head and he fell down.
The mob caught up with him, doused him with petrol and threw him back into the burning shack.
The screams of the burning Mozambican still haunt me. When I close my eyes to try to sleep, I see the man screaming for help. But no-one helps him.

I have never seen such barbarism. I cannot stand this kind of life.

Viernes por la tarde. Afuera llueve. Una llovizna y la promesa de granizo borran el horizonte y el cielo. Alternando, la llovizna y el frío me recuerdan la tragicomedia que vivimos día a día.

Parece que el domingo viene muy movidito, tanto por un lado como por el otro y la verdad es que yo me siento muy cerca de los pequeños y medianos productores pero siempre sin olvidarme que es una pelea "sectorial", es decir un sector que lucha por sus intereses, por dinero, ganado con trabajo y esfuerzo, pero no deja de ser una pelea por unos mangos y de no existir "losmercadosafuturoomejorllamadasretencionesmoviles" -Córtazar dixit- no se si todos estaríamos luchando por un país más federal, representativo y justo. Esta claro que el enemigo es el mismo, la mentira, la corrupción, el engaño, la soberbia, el clientelismo pero no se si estamos todos en el mismo bando. ¿ Estamos frente a una verdadera oposición política o solo nos movemos cuando nos tocan el bolsillo?

Otra cosa que me llamo mucho la atención fueron los disturbios en Sudafrica, se dieron cuenta que es en ese mismo país donde 14 años atrás funcionaba el regimen del apharteid, donde el mundo celebro la liberación de Mandela. Así las cosas, ese país ha recibido un aluvión incontrolado de africanos huyendo del rosario de conflictos continentales, la escala y naturaleza de lo que ahora ocurre, rememora las peores epocas de aquel oscuro regimen y millares de inmigrantes que intentan refugiarse de la vesania en iglesias y comisarías. La violencia está apuntado, sobre todo, contra los cientos de miles de ciudadanos oriundos de Zimbabwe y Mozambique que viven en el país, y la contra está motorizada por el color de piel.
Enardecidos ciudadanos sudafricanos acusan a los extranjeros de sacarles trabajo (más del 40 por ciento de los sudafricanos son pobres) y de ser criminales, en uno de los países con mayor tasa de crimen del mundo. Si la causa de la ola de violencia es que son inmigrantes, criminales o las numerosas desigualdades sociales me parece un detalle, lo que más me llama la atención es que nunca aprendemos y sigo pensando que estamos condenados al oprobio; se siguen matando de la misma forma, se los persigue con palos y machetes, una vez ya apaleado se le coloca una cubierta alrededor del cuello, se lo rocía con combustible y se le prende fuego, a diferencia con lo que pasaba en el apharteid ahora el ultimo paso es grabar con el teléfono celular los últimos minutos de la víctima.

Este día, que alterna llovizna y frío, nos recuerdan la miseria humana, que nos incita a matarnos entre nosotros y nos hace ver el poco honor que tenemos para atravesar las penurias juntos.

Afuera sigue lloviendo.