UNO. ¨África será siempre la de la época de los mapas de la era Victoriana, el inexplorado continente vacío con la forma de un corazón humano¨. La frase pertenece al novelista ingles Graham Greene, que conoció muy bien el África negra y recorrió gran parte de los países que la conforman. Greene sabía muy bien de lo que hablaba ya que creo que somos muchos lo que, al pisar suelo africano una y otra vez, tenemos esa atávica sensación de estar frente a territorios vírgenes que esperan ser explorados por nosotros y que en cierta forma nos hacen creer que todavía es posible tener una aventura, tal como cuando éramos chicos.
DOS. El color ocre de las hojas de las acacias se esparce por sobre los campos como si el otoño hubiese acampado en esta llanura que bordea el camino que me lleva de Lusaka a Kapiri M’poshi . Casi una semana me tomo llegar a Zambia y la pretensión de hablar y contar algo mi nuevo trabajo como médico en el hospital de Kapiri es un poco azarosa ya que todavía desconozco por completo lo que voy a hacer en los próximos meses.
TRES. El viajero, en este caso yo, atravesando el África meridional y saber muy bien cual va a ser mi trabajo, me relajo y me creo que soy un personaje de alguna novela de Jack Kerouac, sintiendo que la misma existencia es una entidad vagabunda y circunstancial, como el vagar sin rumbos por sus protagonistas, que se entregan por completo al viaje a dedo a través de carreteras africanas desconocidas.
DOS. El color ocre de las hojas de las acacias se esparce por sobre los campos como si el otoño hubiese acampado en esta llanura que bordea el camino que me lleva de Lusaka a Kapiri M’poshi . Casi una semana me tomo llegar a Zambia y la pretensión de hablar y contar algo mi nuevo trabajo como médico en el hospital de Kapiri es un poco azarosa ya que todavía desconozco por completo lo que voy a hacer en los próximos meses.
TRES. El viajero, en este caso yo, atravesando el África meridional y saber muy bien cual va a ser mi trabajo, me relajo y me creo que soy un personaje de alguna novela de Jack Kerouac, sintiendo que la misma existencia es una entidad vagabunda y circunstancial, como el vagar sin rumbos por sus protagonistas, que se entregan por completo al viaje a dedo a través de carreteras africanas desconocidas.