Richard James Verone en la cárcel. |
Así lo entendió Richard James Verone. Con 59 años, el hombre trabajó durante 17 años para Coca-Cola y, tras ser echado tres años atrás, se hizo repositor en un supermercado. Su cuerpo lleva las marcas del esfuerzo por dentro y por fuera: además de una hernia de disco y síndrome de túnel carpiano, lleva una ineludible protuberancia en el pecho. Sin empleo ni Medicare (hay que tener más de 65 para acceder al programa), R. J. empezó a barajar sus opciones. Primero vendió sus muebles, después vació su cuenta hasta la última moneda y descartó pedir ayuda a su familia para no ser una carga. Fue entonces cuando se le ocurrió una solución digna: Verone entró en un banco elegido al azar en Gastonia, Carolina del Norte, se acercó a la caja y le entregó a la cajera una nota en la que le avisaba que estaba armado y quería dinero. ¿La cifra? Un dólar. Luego, con el botín en su poder, se sentó en un sillón de la sede del RBC Bank y esperó que llegara la policía. Verone fue arrestado sin ofrecer resistencia y en el chequeo descubrieron que no tenía pistola, balas ni cuchillos. En una entrevista, el hombre aclaró el porqué de la suma reclamada: sus motivos no eran monetarios, eran médicos: condenado a prisión por robar un banco, allí podría hacer uso de la asistencia médica para presos. “Soy una persona lógica y ésta fue la idea que se me ocurrió. Si quieren llamarlo manipulación, lo es en función de una necesidad”, explicó.
Acusado de hurto –no de robo armado– Verone espera ahora en el Gaston County Jail su cita con la corte, pautada para el martes 28. Con una fianza de 2000 dólares (que, de seguro, no pagará), es poco factible que el cargo lo mantenga tras las rejas más de 12 meses. Si lo liberan antes de que se cure, avisa, volverá a robar.
Este fue la única noticia que me llamo la atención durante el fin de semana. En el Radar del domingo.