"...Cuando aparece África en los medios la imagen más corriente que nos
suministran es la de un continente hambriento, incapaz de arreglar sus
problemas por sí misma. De hecho, las crisis alimentarias han
desencadenado noticias relacionadas con el hambre y el envío de ayudas.
Sin detrimento del bien que se hace, salvando de la muerte a quien no
tiene qué comer, a veces se reduce el tema de manera simplista: si hay
hambre, se mandan alimentos y se acaba el problema. De ahí que mucha
gente se pregunte por qué sigue el problema del hambre en África después
de tantas toneladas de víveres enviadas; pero nadie les explica que se
ha obligado a los países africanos a producir para la exportación y no
para satisfacer las necesidades primarias, ni que existe un grave
desajuste comercial, ni que las subvenciones de la Unión Europea a los
productos agrícolas europeos impide a los productos africanos ser
competitivos. Por no hablar del tópico del “enséñale a pescar”, que hace
del africano una especie de ser ignorante que muere de hambre por no
saber pescar o cultivar la tierra. Convendría recordar que llevan siglos
haciéndolo, y lo que habría que reivindicar, más bien, sería su derecho
a tener el río o los mares para ellos mismos..."