31.3.09
Cifras
27.3.09
Darfur
El blog Sudán, desde el anonimato describe las dificultades y la situación de los trabajadores humanitarios en este país africano, después de la decisión del presidente Omar al Bashir de expulsar a los equipos de 13 oenegés que atendían a la población sudanesa, y el drama humano que comportará para miles de personas la falta de ayuda, especialmente en la región de Darfur.
Bashir, contra el que la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, ha dictado una orden de arresto por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos contra la población negra de Darfur, acusa a las organizaciones humanitarias de cooperar con el tribunal internacional. En represalia, ha dictado la orden de expulsión y les ha requisado los equipos con el que realizaban su trabajo.
Por razones de seguridad, los diversos autores que escriben en este blog lo hacen desde el anonimato. Tampoco se identifica la organización humanitaria en la que trabajan.
"...Lo único que sentía en el avión, de camino hacia el extranjero, era culpa. Sabía que no teníamos otra elección que estábamos siendo obligados a salir de Sudán, pero no podía dejar de pensar en la gente que dejaba atrás: mis amigos y colegas sudaneses, los niños sonrientes que gritaban OK cada vez que veían a un extranjero, pero sobre todo a la gente que vive en los campos de refugiados y desplazados, que ya han sufrido tanto y que ahora van a sufrir todavía más. No podía dejar de pensar en las mujeres, que lo compartían todo, sin importar lo poco que poseyeran, siempre tan ocupadas pero siempre sonrientes.
Hace unos pocos meses, el gobierno cerró los centros de apoyo a las mujeres víctimas de abuso sexual. Pero las mujeres no desistieron. La semana pasada hicieron planes para celebrar el Día Internacional de la Mujer en el campamento, y yo les prometí que estaría ahí para ayudarlas. Pero no pude ni despedirme de ellas.
Todavía no puedo creer lo que ha ocurrido, que ya no estoy en Darfur, que ya no estamos en Darfur. ¿Cómo es posible que tantos años de trabajo sean aniquilados en unas pocas horas? El día en que todo pasó ha quedado grabado en mi memoria y permanecerá ahí durante años.
Esa mañana, nos reunimos con los trabajadores sin saber que ese encuentro iba a ser el último. A las 4 de la tarde, nos encontramos todos frente al televisor para presenciar el anuncio de orden de arresto del presidente Omar Hassan al Bashir por parte de la Corte Penal Internacional. Había sido el tema de conversación de todo el mundo en el país durante los últimos meses y nadie sabía realmente lo que iba a ocurrir.
Una hora después del anuncio, recibimos una llamada. El gobierno había revocado nuestra licencia y debíamos cerrar todos nuestros programas. Ninguna explicación más. Esa noche, nadie pudo dormir. No teníamos nada que ver con el tribunal internacional y no entendíamos por qué nos estaban acusando. Lo único que sabíamos es que el resultado de esa decisión iba a provocar más sufrimiento en la población sudanesa.
Tratamos de animarnos diciéndonos que seguramente, al día siguiente, todo se habría resuelto. Pero lo primero que nos dijeron fue que todo el personal internacional debía salir de Darfur a las 4 de la tarde. Estábamos en estado de shock. Debíamos empaquetarlo todo en pequeñas bolsas rápidamente y casi ni tuvimos tiempo de despedirnos de amigos y compañeros. Lo más duro fue cuando nuestros amigos sudaneses vinieron a ayudarnos a hacer las maletas. Intentamos despedirnos, pero ellos no se lo creían y no dejaban de repetir "Ya veréis como estáis de vuelta en pocos días".
Al poco tiempo, los oficiales del gobierno llegaron a nuestra casa y se llevaron todos los equipos, teléfonos y ordenadores incluidos. No sabíamos lo que iban a hacer con ellos. Nos dirigimos hacia el aeropuerto, deteniéndonos tan sólo unos minutos para dar un último abrazo a los emocionados colegas y amigos que se habían reunido en la calle para despedirnos. Yo no sabía qué decirles.
De camino hacia el aeropuerto pasamos por algunos de los campos donde habíamos trabajado y eso todavía fue más difícil. Quería parar y explicarle a la gente lo que estaba pasando, que no les estábamos abandonando y que no teníamos otra elección.
Y no podía dejar de pensar cuál iba a ser el futuro de la gente que ahí vivía. ¿Qué pasaría con el bombeo del agua y las distribuciones de alimentos? ¿Con los centros de salud y las clases de los niños? Tantos proyectos importantes que se detenían de pronto, de la noche a la mañana.
En el aeropuerto, las fuerzas de seguridad nos estaban esperando. Inspeccionaron todas nuestras pertenencias y nos requisaron muchos objetos personales: cámaras, iPods, nuestros ordenadores personales que contenían cientos de fotografías que habíamos tomado de nuestra actividad y nuestra gente en Darfur.
Cuando llegamos a Jartum, solo nos quedaban un par de móviles y ordenadores para compartir entre todos nosotros. Unos días después, estábamos fuera del país. Ahora hace una semana y todavía todo esto parece irreal. Cualquier llamada que hago a Darfur me recuerda todo lo que ha sido destruido.
Millones de personas, que han tenido que pasar por años de guerra y violencia, van a sufrir mucho a raíz de esta decisión. Quizás nunca más podré hablar con mis amigos que viven en los campos, pero lo que les prometo es que seguiré trabajando para lograrlo y poder ayudarles...."
(Escrito el 19 de marzo por un trabajador humanitario expulsado de Darfur)
Los quiero a todos
Es posible ser estúpido, hermoso, triste, vacío e interesante? ¿Todo al mismo tiempo? Quizás ese sea el destino único de la burguesía. Quizás no. Quizás detrás de las conversaciones frívolas y de los conflictos idiotas haya algo verdadero. Esa es una de las preguntas que “Los quiero a todos” trata de responder.
Pero ésta no quiere ser solo una obra sobre burgueses aburridos. Es también una reflexión sobre los motores que mueven a una u otra generación. En contraposición con la generación de sus padres, movida por el deseo de revolución, o por un proyecto nítido de país, los protagonistas de esta obra parecen tener un motor que solo gira alrededor de sus ombligos o a lo sumo de la pelusa de esos ombligos: “Para pegarse un tiro hay que haber creído en algo, hay de estar desilusionado, haber perdido. Para mi suicidarme es imposible. Somos, tristemente, de una generación poco suicida.”
A través de un criterio de montaje claramente cinematográfico, donde el tiempo y el espacio se acomodan y desacomodan en forma casi caprichosa, la obra intenta dar cuenta de la situación de una generación a la deriva.
“Los quiero a todos” no quiere ser una observación distante o un falso intento de objetividad.
Quise abordar el universo de la clase media de treinta y pico desde la ira y la compasión. Quise que esta obra tuviera un espíritu nítidamente humorístico y nítidamente trágico pero sobre todo, emocionante.
26.3.09
Dengue
21.3.09
19.3.09
Ratzinger en áfrica
1. El papa Benedicto XVI aterrizó ayer en Yaundé, la capital de Camerún, en su primer viaje apostólico a África. Joseph Ratzinger viaja a África con el objetivo de "abrazar al continente entero, llevar a África una palabra de consuelo y esperanza, y admirar la alegría de su fe". Pero la Iglesia, dijo el Papa con especial énfasis ante el presidente camerunés, Paul Biya, no permanecerá callada ante "el dolor y la violencia, la pobreza y el hambre, la corrupción y el abuso de poder". (como me gustaría y como ayudaría que denunciase algo)
2. Con su viaje, el Papa, de 81 años, rendirá tributo al lugar del mundo donde el catolicismo más crece. Según las cifras oficiales de la Iglesia Católica indican que el gran vivero actual de nuevos fieles y sacerdotes es África. En las décadas posteriores al concilio, el catolicismo ha crecido allí a niveles impensables en otros sitios, y hasta el 20% de sus casi 1.000 millones de habitantes se confiesa católico. Creo que las razones de este fenómeno son múltiples y las hemos debatido varias veces en este blog pero vale la pena recalcar algunas tales como la buena labor , aunque uno no este de acuerdo con el adoctrinamiento y la imposición de dogmas, misionera de la Iglesia de Frontera y por supuesto la desesperación en la que viven sumidos permanentemente los africanos.
Hoy en día África es crucial para la supervivencia de la fe católica. Cada vez más, Roma recurre a seminaristas africanos (les siguen los asiáticos) para repoblar las desatendidas parroquias europeas.
3. Hasta aquí nada anormal, una visita política del máximo responsable de la Institución por un lugar donde los seguidores abundan en la que uno puede o no estar de acuerdo pero lo peligroso y lamentable del viaje son las irresponsables declaraciones de este señor retrogrado, ultraconservador y facista con respecto a la lucha contra el sida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 25 millones de africanos subsaharianos están infectados por el VIH, cifra que supone más del 70% del total. A bordo del avión, Ratzinger dijo que el sida "no se puede resolver con eslóganes publicitarios ni con la distribución de preservativos", y que éstos, "al contrario, sólo aumentan los problemas". "La única vía eficaz para luchar contra la epidemia es la humanización de la sexualidad", añadió, "una renovación espiritual", destinada "a sufrir con los sufrientes". Es decir, abstinencia y oración.
Lamentablemente con este retrograda declaración Ratzinger acaba de dar por tierra muchos años de trabajo de voluntarios y organizaciones en la lucha contra el SIDA, de miles de personas que trabajan en el sector de salud en África y sobretodo las cosas acaba de condenar a muerte a miles de personas con la afirmación de que los preservativos son pecado.
Naturalmente que por el hecho de ir a la Iglesia uno no tiene que estar de acuerdo con todas las estupideces que allí se predican y todos sabemos que no hay una sola línea en los Evangelios donde Jesús se ocupe del control de la natalidad o de contemplar el aborto en determinadas situaciones. Menos aún de sí sus apóstoles se podían casar o no o si sus apóstoles debían ser todos varones y la cosa sigue y sigue…
En vez de leer y escuchar tantas mentiras y estupideces sería mejor que tengamos una versión simplificada de la historia. Jesús, lo mismo que Mahoma, Alá, Buda y todos los grandes espíritus misioneros de nuestro tiempo, quieren que amemos al prójimo como nos amamos a nosotros mismos, que obremos con los demás de la misma forma que nos gustarían que ellos obren con nosotros, que comprendamos a nuestros adversarios y que sobretodo velemos por los más desprotegidos. Este más o menos puede llegar a ser un buen resumen y una buena hoja de ruta para nuestra vida. Todas las demás diferencias son malinterpretaciones de los estupidos de turno que vinieron después.
Por eso estimados lectores, no rompan con la iglesia de su barrio ni con su párroco o rabino, porque yo estoy seguro que si Ratzinger se metería en lo profundo de la selva africana y hablaría con el corazón en la mano, estaría de acuerdo con todo lo que acabamos de decir. Y si no es así, seguramente no es sincero.
13.3.09
Debate
12.3.09
Una lección de vida
Acabo de llegar del cine con E. donde vimos Gran Torino, la última película de Clint Eastwood y sin pensar demasiado puedo decir que es una de las más grandes películas que ví en los últimos tiempos. Eastwood, 78 años, dirige y protagoniza esta notable película, a ratos verdaderamente magistral, sobre un anciano que ha perdido a su esposa y ve cómo su barrio se llena de inmigrantes asiáticos. Eastwood interpreta con una sobrada solvencia a Walt Kowalski, un anciano de origen polaco, veterano de la guerra de Corea y durante muchos años obrero en una fábrica de la Ford.
Una trama simple pero con unos personajes y unos conflictos magníficos que evolucionan de una manera muy inteligente. Hay una fluidez muy lograda y secuencias en las que se lucen un manojo de personajes excelentemente dibujados, entre los que brillan una chica adolescente, vecina de Kowalski, y un joven párroco católico, pieza clave de la cinta.
Es una película fabulosa que habla de la amistad, de los prejucios, de la tolerancia, la cobardía y la estupidez de la sociedad en la que vivimos. Una película que te deja un poco atontado casi como un cross derecho a la mandibula y al final la paz con el mismisimo Eastwood cantando el tema "Gran Torino", con una voz acabada, al mejor estilo Tom Waits.
8.3.09
Los dictadores no juegan al poker
No siempre es fácil distinguir a un dictador. A veces, como en el caso de Sadam Husein, se le confunde durante mucho tiempo con un amigo, un aliado útil que realiza trabajos sucios (contra el Irán del imán Jomeini). Franklin Delano Roosevelt, en cambio, nunca los confundía, pero los clasificaba por categorías. Suya es la célebre frase sobre el dictador nicaragüense Tacho Somoza: "Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", que copió después Henry Kissinger al referirse al segundo Somoza, también dictador. Con Slobodan Milosevic -el precedente legal inmediato del sudanés Omar al Bashir- se repitieron los problemas de adjetivación. Pese a que el serbio fue uno de los impulsores de los crímenes cometidos en Bosnia-Herzegovina (1992-1995), la comunidad internacional le premió con un asiento de honor entre los padres de la paz.
Junto a la virtud -los dictadores saben camuflarse muy bien-, el defecto: son pésimos jugadores de póquer, no saben plantarse. A Husein le pasó en Kuwait; a Milosevic, en Kosovo, donde siguió apostando hasta que lo perdió todo: prestigio, la vida y un lugar decente en la sombra de la historia.
Veinte años después de tenerle en la pasarela, una parte de la comunidad internacional (la decisión de procesarle ni siquiera fue unánime) aún no ha aclarado cuál es su opinión sobre el general Omar al Bashir, golpista en 1989 y presidente-autócrata de Sudán desde 1993. La Corte Penal Internacional (CPI, reconocida por 108 países, pero no por EE UU, China, Rusia e Israel, entre otros) ordenó el miércoles su detención. Le acusa de crímenes contra la humanidad en la región de Darfur: 300.000 muertos y tres millones de desplazados. La réplica de Al Bashir -expulsar a 13 ONG extranjeras en represalia- pone en riesgo la vida de cientos de miles de sus compatriotas y demuestra su predisposición a seguir acumulando cargos penales.
Nacido en 1944 en el seno de una familia de ganaderos del valle del Nilo, al norte de Jartum, Al Bashir gobierna con puño de hierro desde 1989 el país más grande de África. A pesar de que se le considera un hombre sin carisma, de educación limitada y poco dado al discurso elaborado, es intuitivo y astuto: sabe inclinarse con el viento. Llegó al poder al frente de una junta militar que disolvió cuatro años después para quedarse con el trono. En los primeros 10 años jugó la baza islamista impulsado por el ideólogo del movimiento en Sudán, Hasan al Turabi, un intelectual educado en la Sorbona, lo que preocupó a sus vecinos y a Estados Unidos. Sudán se convirtió en un santuario de radicales. Tampoco le favoreció que Osama Bin Laden eligiera Sudán como base antes de que Al Bashir le invitara a salir.
Aviones norteamericanos bombardearon en 1998 lo que la CIA había señalado como un centro camuflado de elaboración de armas químicas que resultó ser una fábrica de leche en polvo. Washington trató de desgastar al régimen de Jartum a través de la guerra civil que éste mantenía desde 1983 con el sur cristiano y animista, suministrando armas y municiones vía Uganda al Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán. La guerra terminó en 2004 con un acuerdo de paz. Atrás quedaron dos millones de muertos y cuatro millones de desplazados.
Quizá fue aquel bombardeo quirúrgico o el temor a perder el poder si celebraba elecciones lo que le hizo ver la luz. En 1999, Al Bashir disolvió el Frente Islámico, declaró el estado de emergencia y metió en la cárcel a su mentor Al Turabi (hoy en arresto domiciliario). Gracias a esta mudanza, el presidente sudanés estaba preparado para escoger el bando correcto tras los atentados del 11-S y dejarse ver en el pelotón de cabeza de los luchadores contra el terrorismo integrista. Esto le trajo algunos beneficios, pues logró desorientar a la UE y a Estados Unidos: ¿será dictador o un amigo potencialmente útil? Pese a Darfur, algunos países parecen mantenerse en un estado de confusión después de que la CPI emitiera la orden de captura. Pero como Sadam Husein y Slobodan Milosevic, Omar al Bashir, el paracaidista que luchó junto a Egipto contra Israel en la guerra del Yon Kipur, en 1973, es un mal apostante en los juegos de cartas. Envalentonado por su suerte tras la guerra norte-sur, aprovechó un ataque contra sus soldados en febrero de 2003 para ordenar una ofensiva en Darfur. El objetivo era liquidar a dos grupos guerrilleros potencialmente peligrosos: el Movimiento de Justicia e Igualdad y el Movimiento de Liberación de Sudán. Se sirvió de la milicia paramilitar de los janjaweed (de la tribu abbala, que son árabes criadores de camellos y cuyo nombre significa los jinetes armados), a la que equipó y dirigió sin recato. La coordinación entre el Ejército y los jinetes está demostrada, según la CPI.
Darfur es una guerra por la tierra entre árabes y negros fur -que dan nombre a Darfur-, masalit y zagawa, todos agricultores no baggara (beduinos nómadas). La sequía del norte ha provocado que los ganaderos árabes invadan los cultivos del sur y surja el enfrentamiento y la manipulación interesada. La presión internacional forzó un acuerdo en 2007 para el despliegue de una fuerza de paz de 26.000 soldados. Al Bashir, hábil, regateó: no a los cascos azules de la ONU; sí, a las tropas africanas. Resultado: sólo se han desplegado 9.000.
En los siete meses que ha durado la instrucción del fiscal de la CPI, Luis Moreno Ocampo, el régimen aflojó o endureció la presión sobre las ONG (Sudán es hoy la mayor operación humanitaria) según las noticias procedentes de La Haya. Su objetivo ahora es bloquear el acceso a la ayuda humanitaria de millones de personas para lograr la retirada de los cargos. Nadie en África quiere su captura, pues son varios los presidentes con crímenes a cuestas. Para Estados Unidos también es un problema: debe escoger entre los intereses petroleros y los derechos humanos. La reciente visita de Hillary Clinton a China, gran aliado de Sudán, da pistas de que la defensa de los valores empieza a toparse con los matices. La esperanza de Al Bashir es convencer a esa comunidad internacional de que él es nuestro hijo de puta.
Ramón Lobo.
2.3.09
El oro y el moro
Es medianoche. Llueve en Buenos Aires.
Acabo de ver el comentario de Cerriwden, quien con gran generosidad me ha hecho acreedor del premio Blog de oro, un premio que tiene reglas y las cuales trataré de cumplir en los próximos días. Este premio me hizo reflexionar acerca de esta bitácora que nació como una simple forma de expresarme en mi primer trabajo en África hacia mediados del 2006 en Uganda, en aquel entonces vivía en los campos de desplazados durante toda la semana y posteaba los domingos, escribiendo algunas impresiones, comentando algunas noticias, haciendo algunas crónicas.
En esta bitácora escribo sobre mi profesión, sobre África, sobre mi mismo y tantas otras cosas que me movilizan y cuando hablo de escribir un blog, la imagen que me viene primero a la mente es la persona que se encierra en un cuarto, se sienta frente a una computadora y, solo, se vuelve hacia dentro de sí mismo. A veces uno escribe porque puede participar de la vida real solamente si la trata de cambiar. Me gusta escribir este blog porque quiero que otros, que todo el mundo, sepan qué tipo de vida se vive, y seguirán viviendo con brutal indiferencia, en África.
Hoy casi 3 años después disfruto mucho escribir, escribo de noche, tarde, leyendo y releyendo. Como todos escribo porque me gusta que me lean, porque estando lejos tengo miedo que olviden y definitivamente porque es cierto que uno escribe para que lo quieran un poquito más.