27.3.09

Darfur


El blog Sudán, desde el anonimato describe las dificultades y la situación de los trabajadores humanitarios en este país africano, después de la decisión del presidente Omar al Bashir de expulsar a los equipos de 13 oenegés que atendían a la población sudanesa, y el drama humano que comportará para miles de personas la falta de ayuda, especialmente en la región de Darfur.

Bashir, contra el que la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, ha dictado una orden de arresto por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos contra la población negra de Darfur, acusa a las organizaciones humanitarias de cooperar con el tribunal internacional. En represalia,  ha dictado la orden de expulsión y les ha requisado los equipos con el que realizaban su trabajo.

Por razones de seguridad, los diversos autores que escriben en este blog lo hacen desde el anonimato. Tampoco se identifica la organización humanitaria en la que trabajan.


"...Lo único que sentía en el avión, de camino hacia el extranjero, era culpa. Sabía que no teníamos otra elección que estábamos siendo obligados a salir de Sudán, pero no podía dejar de pensar en la gente que dejaba atrás: mis amigos y colegas sudaneses, los niños sonrientes que gritaban OK cada vez que veían a un extranjero, pero sobre todo a la gente que vive en los campos de refugiados y desplazados, que ya han sufrido tanto y que ahora van a sufrir todavía más. No podía dejar de pensar en las mujeres, que lo compartían todo, sin importar lo poco que poseyeran, siempre tan ocupadas pero siempre sonrientes. 


Hace unos pocos meses, el gobierno cerró los centros de apoyo a las mujeres víctimas de abuso sexual. Pero las mujeres no desistieron. La semana pasada hicieron planes para celebrar el Día Internacional de la Mujer en el campamento, y yo les prometí que estaría ahí para ayudarlas. Pero no pude ni despedirme de ellas.   

Todavía no puedo creer lo que ha ocurrido, que ya no estoy en Darfur, que ya no estamos en Darfur. ¿Cómo es posible que tantos años de trabajo sean aniquilados en unas pocas horas? El día en que todo pasó ha quedado grabado en mi memoria y permanecerá ahí durante años.   

Esa mañana, nos reunimos con los trabajadores sin saber que ese encuentro iba a ser el último. A las 4 de la tarde, nos encontramos todos frente al televisor para presenciar el anuncio de orden de arresto del presidente Omar Hassan al Bashir por parte de la Corte Penal Internacional. Había sido el tema de conversación de todo el mundo en el país durante los últimos meses y nadie sabía realmente lo que iba a ocurrir.

Una hora después del anuncio, recibimos una llamada. El gobierno había revocado nuestra licencia y debíamos cerrar todos nuestros programas. Ninguna explicación más. Esa noche, nadie pudo dormir. No teníamos nada que ver con el tribunal internacional y no entendíamos por qué nos estaban acusando. Lo único que sabíamos es que el resultado de esa decisión iba a provocar más sufrimiento en la población sudanesa. 

Tratamos de animarnos diciéndonos que seguramente, al día siguiente, todo se habría resuelto. Pero lo primero que nos dijeron fue que todo el personal internacional debía salir de Darfur a las 4 de la tarde. Estábamos en estado de shock. Debíamos  empaquetarlo todo en pequeñas bolsas rápidamente y casi ni tuvimos tiempo de despedirnos de amigos y compañeros. Lo más duro fue cuando nuestros amigos sudaneses vinieron a ayudarnos a hacer las maletas. Intentamos despedirnos, pero ellos no se lo creían y no dejaban de repetir "Ya veréis como estáis de vuelta en pocos días". 

Al poco tiempo, los oficiales del gobierno llegaron a nuestra casa y se llevaron todos los equipos, teléfonos y ordenadores incluidos. No sabíamos lo que iban a hacer con ellos. Nos dirigimos hacia el aeropuerto, deteniéndonos tan sólo unos minutos para dar un último abrazo a los emocionados colegas y amigos que se habían reunido en la calle para despedirnos. Yo no sabía qué decirles.

De camino hacia el aeropuerto pasamos por algunos de los campos donde habíamos trabajado y eso todavía fue más difícil. Quería parar y explicarle a la gente lo que estaba pasando, que no les estábamos abandonando y que no teníamos otra elección. 

Y no podía dejar de pensar cuál iba a ser el futuro de la gente que ahí vivía. ¿Qué pasaría con el bombeo del agua y las distribuciones de alimentos? ¿Con los centros de salud y las clases de los niños? Tantos proyectos importantes que se detenían de pronto, de la noche a la mañana. 

En el aeropuerto, las fuerzas de seguridad nos estaban esperando. Inspeccionaron todas nuestras pertenencias y nos requisaron muchos objetos personales: cámaras, iPods, nuestros ordenadores personales que contenían cientos de fotografías que habíamos tomado de nuestra actividad y nuestra gente en Darfur.

Cuando llegamos a Jartum, solo nos quedaban un par de móviles y ordenadores para compartir entre todos nosotros. Unos días después, estábamos fuera del país. Ahora hace una semana y todavía todo esto parece irreal. Cualquier llamada que hago a Darfur me recuerda todo lo que ha sido destruido. 

Millones de personas, que han tenido que pasar por años de guerra y violencia, van a sufrir mucho a raíz de esta decisión. Quizás nunca más podré hablar con mis amigos que viven en los campos, pero lo que les prometo es que seguiré trabajando para lograrlo y poder ayudarles...."

 (Escrito el 19 de marzo por un trabajador humanitario expulsado de Darfur