12.3.09

Una lección de vida


Acabo de llegar del cine con E. donde vimos Gran Torino, la última película de Clint Eastwood y sin pensar demasiado puedo decir que es una de las más grandes películas que ví en los últimos tiempos. Eastwood, 78 años, dirige y protagoniza esta notable película, a ratos verdaderamente magistral, sobre un anciano que ha perdido a su esposa y ve cómo su barrio se llena de inmigrantes asiáticos. Eastwood interpreta con una sobrada solvencia a Walt Kowals­ki, un anciano de origen polaco, veterano de la guerra de Corea y durante muchos años obrero en una fábrica de la Ford.

Una trama simple pero con unos personajes y unos conflictos magníficos que evolucionan de una manera muy inteligente. Hay una fluidez muy lograda y secuencias en las que se lucen un manojo de personajes excelentemente dibujados, entre los que brillan una chica adolescente, vecina de Kowalski, y un joven párroco católico, pieza clave de la cinta.

Es una película fabulosa que habla de la amistad, de los prejucios, de la tolerancia, la cobardía y la estupidez de la sociedad en la que vivimos. Una película que te deja un poco atontado casi como un cross derecho a la mandibula y al final la paz con el mismisimo Eastwood cantando el tema "Gran Torino", con una voz acabada, al mejor estilo Tom Waits.