1. El papa Benedicto XVI aterrizó ayer en Yaundé, la capital de Camerún, en su primer viaje apostólico a África. Joseph Ratzinger viaja a África con el objetivo de "abrazar al continente entero, llevar a África una palabra de consuelo y esperanza, y admirar la alegría de su fe". Pero la Iglesia, dijo el Papa con especial énfasis ante el presidente camerunés, Paul Biya, no permanecerá callada ante "el dolor y la violencia, la pobreza y el hambre, la corrupción y el abuso de poder". (como me gustaría y como ayudaría que denunciase algo)
2. Con su viaje, el Papa, de 81 años, rendirá tributo al lugar del mundo donde el catolicismo más crece. Según las cifras oficiales de la Iglesia Católica indican que el gran vivero actual de nuevos fieles y sacerdotes es África. En las décadas posteriores al concilio, el catolicismo ha crecido allí a niveles impensables en otros sitios, y hasta el 20% de sus casi 1.000 millones de habitantes se confiesa católico. Creo que las razones de este fenómeno son múltiples y las hemos debatido varias veces en este blog pero vale la pena recalcar algunas tales como la buena labor , aunque uno no este de acuerdo con el adoctrinamiento y la imposición de dogmas, misionera de la Iglesia de Frontera y por supuesto la desesperación en la que viven sumidos permanentemente los africanos.
Hoy en día África es crucial para la supervivencia de la fe católica. Cada vez más, Roma recurre a seminaristas africanos (les siguen los asiáticos) para repoblar las desatendidas parroquias europeas.
3. Hasta aquí nada anormal, una visita política del máximo responsable de la Institución por un lugar donde los seguidores abundan en la que uno puede o no estar de acuerdo pero lo peligroso y lamentable del viaje son las irresponsables declaraciones de este señor retrogrado, ultraconservador y facista con respecto a la lucha contra el sida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 25 millones de africanos subsaharianos están infectados por el VIH, cifra que supone más del 70% del total. A bordo del avión, Ratzinger dijo que el sida "no se puede resolver con eslóganes publicitarios ni con la distribución de preservativos", y que éstos, "al contrario, sólo aumentan los problemas". "La única vía eficaz para luchar contra la epidemia es la humanización de la sexualidad", añadió, "una renovación espiritual", destinada "a sufrir con los sufrientes". Es decir, abstinencia y oración.
Lamentablemente con este retrograda declaración Ratzinger acaba de dar por tierra muchos años de trabajo de voluntarios y organizaciones en la lucha contra el SIDA, de miles de personas que trabajan en el sector de salud en África y sobretodo las cosas acaba de condenar a muerte a miles de personas con la afirmación de que los preservativos son pecado.
Naturalmente que por el hecho de ir a la Iglesia uno no tiene que estar de acuerdo con todas las estupideces que allí se predican y todos sabemos que no hay una sola línea en los Evangelios donde Jesús se ocupe del control de la natalidad o de contemplar el aborto en determinadas situaciones. Menos aún de sí sus apóstoles se podían casar o no o si sus apóstoles debían ser todos varones y la cosa sigue y sigue…
En vez de leer y escuchar tantas mentiras y estupideces sería mejor que tengamos una versión simplificada de la historia. Jesús, lo mismo que Mahoma, Alá, Buda y todos los grandes espíritus misioneros de nuestro tiempo, quieren que amemos al prójimo como nos amamos a nosotros mismos, que obremos con los demás de la misma forma que nos gustarían que ellos obren con nosotros, que comprendamos a nuestros adversarios y que sobretodo velemos por los más desprotegidos. Este más o menos puede llegar a ser un buen resumen y una buena hoja de ruta para nuestra vida. Todas las demás diferencias son malinterpretaciones de los estupidos de turno que vinieron después.
Por eso estimados lectores, no rompan con la iglesia de su barrio ni con su párroco o rabino, porque yo estoy seguro que si Ratzinger se metería en lo profundo de la selva africana y hablaría con el corazón en la mano, estaría de acuerdo con todo lo que acabamos de decir. Y si no es así, seguramente no es sincero.