11.9.06

9/11

– ¿A dónde vamos, Borges? ¿Hacia Abel o hacia Caín?
– Me parece que estos días ha llegado a Caín. Ya no necesita ir.

Vayamos, entonces al decálogo de la desolación:
1) El terrorismo sigue gozando de buena salud.
2) El mundo es más inseguro que en 2001.
3) La Organización de las Naciones Unidas ha demostrado ser un organismo aquejado de una apoplejía definitiva, comparable con la Sociedad de Naciones que murió por su incapacidad para evitar la Segunda Guerra Mundial. Sólo falta ahora que las potencias se animen a firmar el certificado de defunción.
4) Las libertades individuales han visto el peor retroceso en Occidente en 60 años y los estados avanzan un poco cada día más sobre las vidas privadas, sobre todo de los diferentes.
5) Se ha aceptado públicamente que la mentira y el engaño son herramientas de gobierno sin sanción electoral ni internacional.
6) Se ha vuelto a instaurar y aceptar la tortura como método de interrogación por parte de ejércitos regulares y fuerzas de seguridad estatales.
7) Se ha consagrado la creación de cárceles clandestinas, cuya existencia ha sido reconocida públicamente, y se ha hecho la apología de su eficiencia.
8) Se admite, se defiende y se promueve la detención de gente sin proceso legal.
9) Se promueven, se encaran y se aceptan guerras a países antes de que hayan agredido a nadie.
10) La prensa más independiente del mundo se ha autocensurado y ha soportado el engaño y ser objeto de operaciones y maniobras. La lista podría ser mayor pero parece suficiente para preguntarse qué cuerpo social, qué civilización puede soportar tantos ataques a sus órganos y principios vitales y esenciales. También parece suficiente para concluir que, en cinco años, Ben Laden ha tenido en su principal enemigo a su mejor aliado. Es que, como ya lo había advertido Thomas Hobbes hace 355 años, un Estado atemorizado sólo puede conducir al terror. Y el dolor no cesa. Y las heridas no cierran. Y el terror crece.

Por Claudio A. Jacquelin De la Redacción de LA NACION cjacquelin@lanacion.com.ar