Desde hace unos días las noches son más frescas. No pasa nada.
Miro las agujas del reloj correr, pienso que dentro de unos minutos cumpliré 31 años. Pienso que sobrelleve bastante bien estos 31 años y que al fin y al cabo no hice otra cosa que divagar sobre la felicidad, el optimismo, la gente que uno quiere y que no es muy distinto a lo que hacen otras personas que tuvieron la misma suerte que yo, la de ser elegido con privilegios, salud, seguridad, los que básicamente tenemos toda la vida por delante. Pienso también que 31 años es la expectativa de vida en Zambia. Es difícil hablar del porvenir por estas tierras, casi diría una ofensa, lo que vale solo es el presente. Todo lo que me rodea es extremo, todo es violento, tal vez después de vivir determinados tipos de experiencia uno podria determinar si el mundo que nos rodea merece nuestra compasión o nuestro desprecio. Tal vez después de unas cuantas reflexiones y en una decisión estrictamente personal uno podria entregarse a Dios, a la angustia o a alguna ideología. Mañana será seguramente un día de sol y esta planeada la fiesta mensual de los chicos en el hospital, prometo no pensar en Dostoievski ni en Iván Karamazov sino simplemente disfrutar de la sonrisa de los chiquitos que se sienten en la mesa, esa sonrisa como la cosa más pura y noble que conocemos. Asi los 31. Asi las cosas.
Miro las agujas del reloj correr, pienso que dentro de unos minutos cumpliré 31 años. Pienso que sobrelleve bastante bien estos 31 años y que al fin y al cabo no hice otra cosa que divagar sobre la felicidad, el optimismo, la gente que uno quiere y que no es muy distinto a lo que hacen otras personas que tuvieron la misma suerte que yo, la de ser elegido con privilegios, salud, seguridad, los que básicamente tenemos toda la vida por delante. Pienso también que 31 años es la expectativa de vida en Zambia. Es difícil hablar del porvenir por estas tierras, casi diría una ofensa, lo que vale solo es el presente. Todo lo que me rodea es extremo, todo es violento, tal vez después de vivir determinados tipos de experiencia uno podria determinar si el mundo que nos rodea merece nuestra compasión o nuestro desprecio. Tal vez después de unas cuantas reflexiones y en una decisión estrictamente personal uno podria entregarse a Dios, a la angustia o a alguna ideología. Mañana será seguramente un día de sol y esta planeada la fiesta mensual de los chicos en el hospital, prometo no pensar en Dostoievski ni en Iván Karamazov sino simplemente disfrutar de la sonrisa de los chiquitos que se sienten en la mesa, esa sonrisa como la cosa más pura y noble que conocemos. Asi los 31. Asi las cosas.