Viernes por la tarde. Calor.
Hace unos meses que formo parte del equipo de
futbol del barrio en el que vivo y
generalmente los viernes o
sábado nos enfrentamos a diferentes equipos de otros barrios de
Kapiri Mposhi. Tengo la firme
convicción, y ya lo he comentado varias veces en esta
bitácora, que es en un campo de
fútbol donde yo, personalmente logro plena
integración con los africanos.
Comenzo el partido, el equipo oponente estaba formado por chicos muy
jóvenes, veloces y talentosos pero les dimos batalla y resulto un partido de ida y vuelta. Hubo un determinado momento del partido en el que me
encontré frente a frente con el arquero rival, solo la pelota se
interponía entre nosotros y tuve la corazonada de que si hacia un
rápido movimiento hacia la izquierda
lograría eludirlo y de esa forma convertir el gol y poner a mi equipo arriba en el marcador, a ultimo instante
decidí que en vez de realizar el movimiento
patearía fuerte con la idea de asegurar el marcador; total que pateo y al momento exacto de
patear comprendi que la pelota
saldría disparada para cualquier lado menos el arco. No es la primera vez que me sucede algo así: debo confiar más en mis intuiciones. Cuando titubeo suelo equivocarme; aunque sea capaz de justificar con una multitud de argumentos mi posición, tengo que fiarme más de mi corazonadas, de esas primeras impresiones, lo demás es solo
autoengaño. A veces me
cuestiono las bondades del racionalismo y tal vez
debería darles un rol mas importante en mi vida a las intuiciones, al menos para el
día a
día, al menos para un partido de
fútbol con el equipo del barrio. Lamentablemente somos un equipo mediocre de gordos y encima perdedores, incluso frente al
patético equipo del barrio de
Ndeke. Mientras
volvía a casa masticando bronca
recordé un verso de
Octavio Paz , "Jugamos como nunca y perdimos como siempre".