21.10.08

Lunes

Hoy hizo una mañana esplendida. Las caricias del sol eran agradables.
Los lunes por la mañana siempre titubeo por unos instantes antes de entrar en el hospital, esa puerta, ese limite al que llamo la “línea de sombra” en homenaje a Conrad, es una entrada oscura a la agonía, a muertes innecesarias e injustificadas la gran mayoría de las veces. Encuentro a M. S. tendido en la cama número uno de la sala de hombres. M.S. tiene 34 años, es HIV positivo desde hace siete años y desde hace dos se encuentra en tratamiento antiretroviral. Esta admitido en el hospital de Kapiri Mposhi por tuberculosis y malnutrición severa desde hace varios días. Veo que cierra los ojos, tal vez el mundo se inclina ante el y da vueltas, parece aturdido. Hablo con su mujer algo acerca del futuro y el tratamiento. El dice que no hay futuro, que la puerta del futuro es algo que hace rato esta cerrado con llave. Quiere irse a casa, su mujer y el resto de la familia consiente. Ensayo algunas explicaciones pero al final firmo el alta en la que especifico que el egreso hospitalario es en contra consejo medico y al momento exacto de terminar de escribir la frase me siento un poco estúpido. Pienso que ir a morir a casa con la gente que uno quiere es tal vez lo único digno a lo que esta gente puede aspirar. Hay mucho de dignidad en su decisión. Durante el resto de la mañana estuve perturbado y por momentos me pregunte si puede haber una vida que por ser tan miserable no valga la pena ser vivida ¿?. Por supuesto que la respuesta, amigos, es de carácter estrictamente personal.