11.10.08

El africano

J.M.G. Le Clezio
Acabo de regresar del fútbol. Durante el partido recibí una tremenda patada en el tobillo derecho y por un instante pensé que mi alma daría con alguno de los círculos del Dante pero con lo que sí di fue con la noticia de que el Nobel de Literatura fue para J.M.G. Le Clezio. Hace poco más de un año que encontré un pequeño libro de memorias, no se trataba de ese tipo de memorias teñidas de rosa por el paso del tiempo, ni era un racconto de anécdotas mas o menos patéticas o esas típicas lecciones paternas que todo el mundo quiere evocar. Cuando leí “El africano” encontré un libro increíblemente intimo, sensible y delicado, memorias de un mundo que les había sido dado y luego quitado: África. Le Clezio lo cuenta mas o menos así: “ No es una memoria difusa, ideal: la imagen de las altas mesetas, de los pueblos, las caras de los viejos, los ojos agrandados de los chicos roídos por la disentería, el contacto con todos esos cuerpos, el olor de la piel humana y el murmullo de las plantas. A pesar de todo eso, a causa de todo eso, esas imágenes son las de la felicidad, de la plenitud que me hizo renacer.” No hay muchas dudas que las memorias son una necesidad vital para la mayoría de los escritores, tal vez a veces esa evocación camina entre la realidad y la ficción, tal vez escarbando en recuerdos uno logré comprenderse, o reconocerse y hasta incluso entender relaciones complejas como las que se desatan entre padres e hijos. Así las memorias, así las cosas.