Narra Ryszard Kapuscinski en su libro 'Ébano' el nacimiento del África moderna. Fue en 1958, durante la independencia de la Ghana de Kwame Nkruhmah, uno de los grandes líderes continentales junto a Nelson Mandela y Julius Nyerere. Describe el escritor polaco la euforia de la calle, el orgullo de pertenencia, la esperanza de que el cambio, de colonia a independencia, iba a borrar la pobreza, el hambre, la injusticia.
El fracaso comenzó en la ilusión desmedida y en la ausencia de medios y cuadros para construir un país. No existen fórmulas mágicas para mover varias montañas simultáneamente. Ni siquiera en Ghana donde las palabras poseen una fuerza liberadora. Habla Kapuscinski de una tribu del norte que tiene por costumbre marcarse la cara, no como un rito, sino con el objetivo concreto de afearse. Esa tradición procede de los años de la esclavitud, cuando descubrieron que los cazadores de esclavos y el hombre blanco descartaban a los más feos y endebles. En el idioma de esta tribu, feo y libre tienen el mismo significado.
Nace Sur Sudán, o Sudán del Sur, y se repite la alegría. Habrá fastos y gastos, y esperanzas de que una sola palabra -independencia- solucione todos los males. Para los líderes occidentales, y para los medios de comuniciación será el final de un conflicto, de una guerra civil entre en el Norte arabizado y musulmán y el sur animista, cristiano y negro que comenzó en 1983 y que ha causado más de dos millones de muertos y cuatro millones de desplazados. Occidente cae en el mismo error, en otorgar a una palabra -independencia- poderes curativos. No acaba el conflicto, en realidad, el verdadero conflicto comienza ahora.
El nacimiento del nuevo país, los conflictos tribales, el petroleo y los chinos en el blog de Ramón Lobo.