26.7.11

Una elección rara

"...Acostumbrado a los rigores y la intemperie de ser gobernador con los Kirchner en el Ejecutivo nacional, Binner tiene un temperamento moderado y paciente. Estos pueden no ser los rasgos de un dirigente audaz, pero son los de un administrador respetable y de un hombre respetuoso; un político parco y contenido, con más ideas de gestión que grandes ademanes para conmover a la sociedad. Esas cualidades posiblemente sintonicen bien con electorados que no quieren movimientos volcánicos ni piensen a la política como una dimensión que debe atravesar emocionalmente sus vidas, sino que, con el menor ruido posible, cree las condiciones administrativas para que éstas se desarrollen de la mejor manera. Jorge Henn, el vicegobernador electo, caracterizó bien al Frente Progresista: "Ha demostrado decencia, honestidad, capacidad de gestión y un federalismo bien entendido".

Binner no galvaniza emociones. La Presidenta las despertó en los cortos meses que vivió iluminada por la Gracia de su viudez. Pero Rossi no recibió los beneficios de esa Gracia. Las elecciones son un cortante filo cuantitativo. Allí se termina la indulgencia frente a la desdicha y pierde valor la identificación piadosa. Aparecen otras identificaciones, como la que suscitó Miguel del Sel. Sentimentalismo contra sentimentalismo.

Pero estas elecciones no son sólo la derrota del Gobierno, sino la victoria, mucho más estrecha de lo previsto, de una construcción política pausada. Hermes Binner fue dos veces intendente de Rosario, ciudad gobernada por el socialismo desde 1989, cuando fue elegido Héctor Cavallero, un socialista de estilo populista, hoy candidato a intendente de Rosario en las boletas kirchneristas, derrotado ampliamente por Mónica Fein, del Frente Progresista. Después, en 2007, Binner fue el primer gobernador socialista de la provincia (con una vicegobernadora, Griselda Tessio, de origen radical), sostenido por una alianza donde están el viejo Partido Demócrata Progresista, la Coalición Cívica y el radicalismo, entre otras fuerzas locales.

Los gobernantes del Frente Progresista no han sido sospechados nunca de corrupción y nadie tiene que decir que esperará la decisión de los jueces en un proceso penal. Esto ya dura veinte años, una eternidad en la espasmódica escena nacional. Han recibido en estas elecciones una aprobación que es inferior a sus méritos y a sus expectativas. Binner y Bonfatti son lo contrario de la política mediática. En el programa de Susana Giménez serían una extravagancia. Si decidieran incorporarse a esa Celebrityland serían expulsados por monotonía. Tienen algo gris y administrativo en sus aspectos y sus discursos, algo que prueba que están con las manos en la gestión de gobierno, en los programas y en los acuerdos. Sin brillo ni simpatía mediática, han demostrado ser gente confiable. Hombres de trabajo, que no convocan a una épica ni un escenario de farándula, sino a una rutina ordenada y eficiente.

En un clima módico, donde pocos creen en grandes cambios porque pocos están dispuestos a entregar algo para que se alcancen, el Frente Progresista abre, por su nombre y los ideales a los que se remite, un horizonte. Pero no pidió que se lo votara por ese horizonte sino por el presente. Sin prepotencia, alcanzaron votos seguramente muy diferentes en sus motivos, los votos de quienes comprobaron que Santa Fe era posible sin suscribir todo el "Modelo". Hicieron cuentas y concluyeron que las inversiones nacionales que nunca recibieron porque Santa Fe estaba gobernada por Binner significan menos en sus vidas que esa administración democrática, prolija, cumplidora de sus promesas...."