12.11.06

Murchison Falls. 2º 15´N 31º 30´E


Para Martina y Eugenia

Esta no será la típica actualización de bitácora donde hablaré de los males de este mundo, de la derrota de los republicanos, de Saddan o del típico truquito de escribir algo acerca de la capacidad o incapacidad de escribir en el blog, tampoco tengo una convergencia, no caeré en el circulo vicioso de escribir sobre escribir, ni tampoco demostrar mi afán de escribir algo bueno, de permanecer o de hacer algo por el arte. Por supuesto que tampoco voy a perder el tiempo contándole el despolete que fue tener un caso de sarampión en Lalogi el viernes por la tarde y en realidad todavía no se si es sarampión o no, ya de por si sarampión vi muy pocos, ahora imaginense sarampión en un negro(sic) o imaginense más, sarampión en un negro que vive en un campo de 18.000 refugiados todos amontonados.
Hoy hay algo que vale pena contar, hoy hay aventuras.
El viernes a última hora organizamos un pequeño viaje a Murchinson falls, el parque nacional más importante de Uganda.
A casi 200 kilometros de Gulu entramos a través de la puerta norte del parque, en la hermosa sabana, un mar amarillo salpicado de acacias, siguiendo el camino de palmeras que plantaron los mercaderes árabes que traficaban esclavos desde el corazón del áfrica negra hacia los puertos del océano índico. Llegamos hasta Paraa, el corazón del parque, un pequeño puerto a orillas del Nilo donde después de negociar por un buen rato conseguimos que nos crucen en un pequeño bote completamente destartalado y en el que se unieron algunos soldados con sus viejas y oxidadas kalasnikov, chicos que seguramente no tendrán mas de 17 años y que son los responsables de custodiar todo el frente norte de este país en guerra. Llegamos al refugio,es díficil de explicarlo o mejor decir de plasmarlo en palabras pero llegar al campamento en el medio de la sabana, sentir el aroma de la comida, ver que tus botas y tu ropa apestan después de haber viajado cientos de kilómetros, cruzado el Nilo rodeado de hipopotamos y cocodrilos te hacen sentir un poco en una novela de Conrad, o al menos en una propaganda del Camel Trophy. Por supuesto que no me bañe, quería ese olor conmigo mientras me dormía rodeado de ruidos y miradas extrañas. El día empezó temprano y fueron pasando jirafas, elefantes, hipos, búfalos, antílopes solo nos faltó ver el león. El atardecer nos encontró en las cascadas y yo no tuve más que pensar que en vez de médico como no se me ocurrió ser cazador de crepúsculos, como en el cuento de Córtazar. En áfrica pasaría gran parte de mis horas laborables.

Voy a desafiar todas las leyes de la reencarnación, me gustaría ser elefante, pensar como elefante y escribir sobre eso.

Seguramente todo sería más fácil.

¿Martina, los elefantes tendrán apéndice?