DOS. Me acusaron de sectario, soberbio y fachista. ¡Auch! ¡Me duele! Anonymus me puso en una situación en la no quiero estar, no quiero hablar de mi mismo, me cuesta horrores, siempre es más fácil hablar de los demás que hacer turismo interior. El problema de escribir sobre uno mismo es que empiezas a verte como si fueras otro, te tratas como si fueras otro: “ Te alejas de ti mismo conforme te acercas a ti mismo” dice Vila Matas en “El mal de Montano”. Acabo de cumplir 30 años, paso mucho tiempo pensando que desperdicié gran parte de mi vida en proyectos de dudosa naturaleza. Confieso que perdí tiempo en empresas condenados de antemano al fracaso tales como tratar de entender la historia del cine, ejemplo vi varias veces “Acorazado Potemkin”, “La Huelga” y hasta me clavé una tarde“El nacimiento de una nación”, también pensé en fundar bibliotecas o pegué poemas (de otros) en la pared de mi cuarto, también traté de leer el “Quijote” y “ En busca del tiempo perdido” y la peor de todas las empresas fue decidirme a estudiar medicina, darme una vueltita por el África subsahariana para entender patologías tales como la malaria, la tuberculosis o el HIV y templar mi personalidad probándome o tratándome de conocer a mi mismo en situaciones extremas (¿Digo, no habría sido mejor dedicarme a las drogas duras para probarme en situaciones extremas?). Me dije basta: “Todo es inútil en este mundo, salvo lo que uno tiene por sí mismo, lo que te acompaña en la soledad sin que nadie te lo pueda dar o quitar, esto es más importante que todos los bienes materiales o lo que se es a los ojos de los demás”, comprendí en ese momento que lo único a lo que puede aspirar un hombre es al pensamiento abstracto. También entendí que yo jamás podré elaborar semejante conclusión sino que estaba repitiendo lo que leí en la solapa de un libro llamado “El mundo como voluntad y representación” de Schopenhauer. La picadura de un mosquito me devolvió a la realidad y me hizo pensar en el tamaño de mi ignorancia, en mis caprichos, mi soberbia, mis enojos, mi mediocridad mental, mis limites, o mejor decir mi incapacidad de ir más allá de ciertos convencionalismos y porque pasó tanto tiempo buscando respuestas, buscando “eso”, que no se que es, cuando ya se de antemano que voy a fracasar en esa aventura en vez de dedicarme a una vida algo mas burguesa ya que con el paso del tiempo me dí cuenta que disfruto de sobremanera placeres mundanos tales como observar las burbujas en una copa de champagne, un buen vaso de vino tinto o la buena comida.
TRES. Desconozco si la solidaridad es inherente a alguna profesión, tengo la certeza de que la solidaridad es una conquista del espíritu, puede ser un medico, un abogado o un barrendero aunque es cierto que hay veces que siento cierta desconfianza de ese estado, ayudo porque lo siento, porque es algo natural o porque quiero sentirme bien yo, ayudando a otro me siento bien, es decir, existe la solidaridad en estado puro del espíritu o es todo más de lo mismo y detrás de todo eso solo esta el beneficio propio, el bienestar personal, creo que esto situación fue un tema que me planteé seriamente en algún post anterior cuando estaba en el campo de refugiados de Uganda.
CUATRO. Creo concepto de la muerte varía en cada persona de acuerdo a su historia personal, experiencias de vida, creencia religiosa y soy respetuoso de eso, creo que la intención nunca fue decir que hay muertes más importantes que otras sino que los lectores tengan una clara idea de las situaciones con las que convivo cotidianamente. Mi relación con la muerte es contradictoria y depende mucho de mi estado de animo, cuando estoy sereno entiendo que la muerte es un proceso natural, evolutivo tanto para la persona, para los seres queridos que la rodean y hasta a veces lo puedo entender como un proceso crecimiento de un grupo de personas o un pueblo pero hay momentos que no controlo mi rebeldía contra la desidia, la estupidez o hasta con el mismísimo dios (lo pongo en minúscula para que enoje y cambie un poquito, solo un poquito, las cosas.)
Yo quiero el kibbutz del deseo, el hombre verdadero.
De la plenitud nunca nacerá ninguna búsqueda, sino de sentir la carencia y la mutilación.
Tu siempre fiel blogero, Lucas