La directora ejecutiva de UNICEF, Ann Veneman, calificó de “históricas” ¿históricas?, las nuevas cifras, pero también enfatizó que aún hay mucho trabajo por hacer.
“La pérdida de 9.7 millones de vidas jóvenes cada año es inaceptable. La mayoría de estas muertes son evitables y, como demuestra el reciente progreso, las soluciones se conocen y están demostradas”, señaló la directora.
Gran parte del progreso, señala UNICEF, es resultado de la adopción generalizada de acciones en salud básica como amamantamiento temprano, vacunación contra el sarampión, suplementos con vitamina A para reforzar el sistema inmune de los niños y el uso de mosquiteros con insecticida para evitar la malaria. El tratamiento apropiado de la neumonía, las enfermedades diarreicas y la malnutrición grave, la atención al VIH-SIDA pediátrico, la promoción de la higiene y el acceso a agua potable segura y servicios sanitarios son también importantes para la sobrevivencia infantil.
Seguro: esta foto llevando un cuerpito a la morgue del hospital no puede resultarle cómoda a nadie. En nuestro hospital se mueren, ¿quieren saberlo? Un promedio de sesenta chicos por mes, eso sí, ninguno se mueren de tumores cerebrales complejos, enfermedades metabólicas congénitas o malformaciones cardiacas, se mueren por malarias, diarreas y neumonías. La actitud ante la foto es optativa. Y también opinable el enfoque ante ese cuerpito que recién se asoma(ba) a la vida. Está en cada lector pensar en ellos o seguir camino hacia las historietas del costado de esta página. La vida del mundo (o del propio país) suele presentarnos novedades así. Existen millones de seres hundidos en calvarios que duran una vida (muy cortita, menos de cinco años). Muy lejos nuestro. Y también muy cerca. Estos muertos pertenecen primero a la especie, luego al continente y después a la etnia o país que sea. Su historia personal y mínima es a la vez colectiva y máxima. No de fácil resolución a pesar de toda la buena onda que como individuos les pongamos. Pero sí de ayuda concreta (y factible) si se la encara desde grupos de ciudadanos unidos para este preciso fin.
¿Somos responsables de la biografía y peripecia que se esconden detrás de esta foto? Esta respuesta es de índole estrictamente privada. Que cada cual se la ponga o se la saque. John Donne decía que no había que preguntar por qué doblan las campanas cuando lo hacen con la pausa del duelo. “La muerte de cada ser te pertenece. Están doblando por ti” aclaraba en su glorioso verso final.