26.12.10

All I want for Christmas



A pesar de todo lo que uno pueda rebelarse, analizar, contextualizar por estas fechas el espíritu navideño termina imponiéndose en todos nosotros.

Ayer, después de una increíble siesta, leía la columna de Ignacio Echeveria acerca de la navidad y el probable origen del espíritu navideño y de como autores como Cheerver consideraban a la navidad como un rito fosilizado, en el que tienden a reconocer el sufrimiento que enmascara la alegría impuesta.

Cheever lo hace no sólo en sus cuentos, sino en numerosos pasajes de sus diarios, muy especialmente en éste de mediados de los años cincuenta:

“Abrumado por la soledad, decidió sorprender a la familia volviendo antes de Navidad. Su esposa lo recibió en el aeropuerto con la noticia de que se había enamorado de otro y vivía con él desde hacía tres meses. Habló sin parar hasta que él le dijo que estaba bien, que lo comprendía, y sólo le pedía que lo llevara al hotel. Entonces ella dice: '¿Cómo puedes ser tan desconsiderado? Las luces del árbol están encendidas y hemos comprado regalos para ti; además, mamá, papá y los chicos te esperan'. Y él dice: ‘Acabas de decirme que mi vida contigo y los niños se ha terminado. Acabas de decirme que ya no puedo vivir contigo. Ahora quieres que vuelva disfrazado de Papá Noel. Y nunca me han gustado tus padres'. Entonces ella responde: ‘No sabía que fueras tan cruel. No ha sido culpa mía que me haya enamorado de Henry. Fue más fuerte que yo. Actúas como si lo hubiera hecho a propósito. ¿Qué quieres que les diga a papá y mamá? No saben nada. Nos hemos pasado toda la tarde decorando el árbol sólo por ti. Te esperan, se han puesto su mejor ropa'. Y él, que desea ver a sus hijos y las cuatro paredes de su casa, vuelve”.